La batalla más dura. Mo gastes toda la munición o quedarás a merced de cualquier enemigo

Nunca, en toda mi vida de cienorgasmólogo, había experimentado un cansancio semejante. Estoy literalmente derrotado. No puedo ni con el aire de los pulmones.

Ni en mis tiempos mozos cuando competía y necesitaba entrenar ocho horas al día de vez en cuando he estado tan vacío de energía. Ni en esos días vacacionales de los principios de alguno de mis noviazgos cuando asaltaba a la correspondiente varias veces a lo largo del día por sorpresa, entremeses de los consabidos polvazos de justo después de despertarse, la interminable siesta y la noche antes de dormir y alguno suelto en mitad de la noche, medio en sueños, había sentido un aplatanamiento semejante.

Ayer, pocas horas después del maratón cienorgasmológico, ni podía levantar mi X10 Mini (recién tuneado a Android 4.0.4, Ice Cream Sandwich) como si fuera kriptonita para Superman, cuando me disponía a conocer el estado en que se encontraba mi partner, una nueva cienorgásmica sobre la faz de la tierra (¡lo que me ha costado lograrlo!). Me decía esta tarde, todavía convaleciente de la resaca del evento, cuando he podido por fin levantar mi mini móvil, que al llegar al trabajo su jefe se había interesado por su salud, porque tenía cara de muy cansada. Y es que, como ella misma me decía satisfecha, lleva todo el día puesta una sonrisa de ojera a ojera. Pero la insensata, en un par de mensajes me amenazaba con vernos hoy o mañana, sin pensar en mi salud, así que he tenido que contarle un chiste a modo de indirecta.

Una pareja de novios termina una tarde-noche de pasión tras la que cada uno regresa a su casa. Al rato la mujer le envía un whattsapp al hombre en el que dice:

– Mi amor, te quiero tanto, que cuando llores quiero compartir tus lágrimas, quiero que cuando sueñes me envíes tus sueños, y cuando sonrías, tus sonrisas.

A lo que el hombre le contesta:

– Mi cielo, estoy el el baño ¿qué te envío?

 

Tras mandarla elegantemente al guano y reírnos un buen rato con una de esas risas flojas en las que no tienes fuerza ni para parar de reír, he pasado un buen rato buscando la explicación a tal cansancio, porque no era la primera vez que entrenaba la Cienorgasmología cuatro horas seguidas con ella y con otras mujeres, y aunque me cueste reconocerlo –no soy nada amigo de interpretaciones orientales– voy a tener que admitir que la razón principal de tal estado de extenuación debe ser el hecho de haber eyaculado dos veces en esas cuatro horas.

Siempre recomiendo eyacular una vez cada dos días para mantener el deseo de abordar a la mujer en cualquier momento y hacerle un par de orgasmos, mientras se lava los dientes frente al espejo, cocina, hace cualquier cosa o incluso mientras duerme, además de tener vigor suficiente para las sesiones largas; eyacular una vez al día te hace perder interés por el sexo, y si son dos, el desinterés crece exponencialmente. Pero ayer no pude contenerme y a la media hora de empezar perdí el control de mi excitación y gasté casi toda mi munición. Como disponíamos de unas cinco horas y media aprovechamos para dormir una breve siesta, comer algo e hidratarnos, charlar y hacernos unos mimos hasta que mi cola se puso en forma otra vez. Y vaya que si se puso a tono, un día de estos le voy a levantar un monumento.

Fue un encuentro nada frío, muy pasional, alejado de la templanza que preconiza la Cienorgasmología, debido a que llevábamos una semana sin vernos, y las fotos picantes que nos enviábamos mutuamente por whatsapp durante los días de separación nos fueron cargando las pilas hacia la ansiedad más insoportable hasta que llegó el momento de vernos… Entonces se desató el frenesí.

Afortunadamente, dado que ella lleva encima varios meses de entrenamiento y yo voy recuperando mi habilidad y seguridad, le regalé un buen puñado de decenas de orgasmos, no sé cuantos, porque no estábamos para contar, pero sí alcanzamos un importante hito: tuvo su primer orgasmo en menos de un minuto tras la primera penetración. Hablaremos de los porqués y cómos para lograrlo en otras entradas futuras aunque ya lo hemos hecho en otras anteriores. En ésta lo fundamental es recordar que un cienorgasmólogo no debe correrse todos los días si quiere tener munición para toda la semana, y no darse un recital de corridas un domingo, que los lunes hay que trabajar, y aunque uno llegue al curro con la sonrisa de ojera a ojera es arriesgado, puede quedarse dormido en cualquier momento. 





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