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¿Qué buscas cuando buscas marido o mujer?





Es importante, de acuerdo, pero de ahí a que para un gran porcentaje de jóvenes —sí, mujeres también— de hoy la satisfacción sexual sea el principal requisito a la hora de continuar con un nuevo rollete, se supone que con el fantasioso objetivo de casarse y tener hijos escondido en algún rincón del cerebro, hay un océano.

En esta estúpida Era Emocional en que vivimos lo queremos todo para ayer, se nos ha atrofiado la paciencia a base de recibir inmediatamente todos los caprichos materiales o psicológicos que se nos han antojado, en la mayor parte de los casos sin merecerlos, simplemente porque yo lo valgo

¿Acaso corríamos y conducíamos coches cuando teníamos 6 meses de edad? ¿Nos habíamos graduado en una universidad con tres años? Visto desde la inmensa variedad de habilidades que poseemos en la actualidad, puede parecer que hace un siglo, pero la mayoría nos graduamos con poco más de veinte años, y se supone que un matrimonio dura toda la vida, o eso soñamos durante la enajenación mental transitoria de los primeros años (o meses, que los hay aún más primarios).

El sexo oral, el preservativo, el cáncer y la promiscuidad

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Hace unas semanas discutía con unos amigos anormosexuales homosexuales y otros normosexuales sobre el empeño del Vaticano en negarse a ponerse del lado de los que defienden el uso del preservativo en África. Uno de los normosexuales se mostró especialmente indignado por tal empecinamiento, porque según su superficial criterio, estaba demostrado que el uso del condón previene el contagio del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) como el VPH, el temible virus del papiloma humano causante de todos y cada uno de los casos de cáncer de cuello de útero.

¡Claro! -argumenté yo-, eso si se usara.



El problema de las ETS en países subdesarrollados no está originado por la ausencia de uso de tal profiláctica medida de prevención, sino en el comportamiento primitivo, animal, de la población masculina, que viola a sus anchas, fornica cuando y con quien le apetece, incluyendo a menores. Y esta es la lacra que pretende eliminar la Iglesia Católica, la peste de la animalidad humana, esa promiscuidad incontrolada responsable única de la difusión de las ETS. Póngase usted a recomendar y regalar a esos salvajes toneladas de condones y obtendrá el mismo resultado que si regalase gafas de bucear a los esquimales, ninguno. Un salvaje incapaz de controlar sus impulsos primarios no piensa en el daño que puede hacer su conducta depravada, y menos va a ser capaz de detener su frenesí criminal para buscar, extraer del envoltorio y ponerse un condón... dando tiempo a su víctima a gritar, defenderse o huir, y él a perder la excitación.



Del mismo modo que el salvaje va diseminando su enfermedad entre sus víctimas o voluntarias compañeras de coito, el occidental supuestamente educado y civilizado -aunque dé muestras de parecerse más al animal humano que a la persona humana- pero promiscuo, es un vehículo en el que viaja y se disemina el destructivo material, hacia los genitales femeninos, aparatos excretores y ahora, tal y como señala este artículo que hace referencia a otro del British Medical Journal, a la cavidad bucal, disparando los casos de cáncer de garganta.


Mientras tanto, políticastros sin moral y multinacionales farmacéuticas seguirán haciendo el agosto, una vez descubierta su estratagema para forzarnos a todos a vacunarnos contra la irrelevante Gripe A, induciendo a las mentes perturbadas por una falsa idea de la libertad a buscar soluciones que no resuelven el problema, vacunas para hombres -una vez fracasada también la estrategia de la vacunación femenina del VPH- que no se dirigen a las causas, sino que buscan únicamente atacar las consecuencias. Algo que para cualquiera que tenga un mínimo de cerebro pensante, no constituye la solución al problema.


Tristemente, tendremos que continuar soportando que una cohorte de irresponsables e imbéciles hagan inteligentes bromas (ja,ja,ja,ja), ajenos a la realidad, con la vida y la muerte de los demás.


 


El sentido deportivo de la Cuaresma

Aquí en el hemisferio norte nos aproximamos a toda pastilla hacia la época estival, y ya sabemos todos lo que eso significa: calor, ropas ligeras (a veces demasiado), más alegría, más calentura interior, más aire libre que cálido hogar, más terrazas que bares, más libido y menos aburrimiento, más ocio y menos trabajo, menos constricción y más expansión... 

Tanto que algunos se pasan de frenada entrando a saco en el disfrute veraniego sin límites y son pasto de una naturaleza que espera que la especie se perpetúe sin importarle demasiado la calidad de las nuevas tropas; lo que busca es un gran ejército que a base de lenta selección natural -sin revoluciones, gracias- nos aproxime gradualmente a la perfección como especie sin que nos quedemos por el camino como los dinosaurios, pero no por causa de un cataclismo natural, sino por la de nuestra propia torpeza. 

Pero lo que a la naturaleza le importa un pimiento, a nosotros sí debiera importarnos, porque no es lo mismo tener hijos con un desastre de progenitores, que tenerlos con una persona con la cabeza en su sitio igual que todos los elementos que la componen. 

La felicidad y el futuro de nuestros hijos está en nuestras manos... y en nuestras hormonas. Así que bienvenida la Cuaresma -sin despreciar sino todo lo contrario su sentido puramente cristiano- para ayudarnos a controlar nuestros impulsos primarios entrenando nuestras virtudes. Porque estas fechas nos brindan la oportunidad de hacer un pequeño entrenamiento -o grande, allá cada cual con su estado de forma y expectativas olímpicas- simplemente privándonos de alguna cosilla, más o menos pequeña pero importante por lo que tenga de hábito incontrolable. 

El efecto que necesariamente se obtiene es el debilitamiento de nuestras tendencias al libertinaje mediante el fortalecimiento de nuestra libertad de no-hacer (no confundir con el wu-wei de los desorientados orientales), porque si nunca somos nosotros los que nos limitamos voluntariamente, sino que es la vida la que con sus condicionantes nos pone los límites, no seremos más que veletas movidas por el viento que nos dirige al placer... y de morros contra los arrecifes.

Yo, por poner un pobre ejemplo, además de evitar mirar lo que no debo, he vuelto a no comer carne los viernes de Cuaresma como hacía de pequeño; cierto que es un sacrificio muy pequeño con la variedad de alimentos de que disponemos hoy en día y que podría haber elegido algún otro que me costase más esfuerzo, pero creo que por este año es suficiente. 

Hablé con mi contraria de contener nuestra sexualidad en estas fechas, pero sólo lo conseguimos los viernes (y eso que la almeja es pescado y el nabo hortaliza, jejeje). Algo es algo, y aunque sea poco, sirve para empezar a prepararse para una marathón, como hizo Milón de Crotona levantando un ternero desde que nació hasta que se hizo un toro adulto.



Fortalecer nuestra libertad nos hace menos animales y más humanos, más fuertes, más resistentes a los embates de la vida, más flexibles para dejar pasar como un Steven Seagal cualquiera las tentaciones, y más rápidos para retomar el control de nosotros mismos. 

¿No es un buen entrenamiento? Hasta para los más irreverentes y blasfemos ateos debiera recomendarse, además de porque son adictos a otras mortificaciones como el gimnasio, el yoga, el mindfulness, la dieta paleo, cetogénica... Al fin y al cabo no se trata de no disfrutar del calorcito, sino de pararse un momento a observar lo que se nos viene encima, contar hasta diez antes de actuar, interponer nuestra voluntad siquiera sea mínimamente a las circunstancias climáticas que se nos avecinan. 

El futuro de la humanidad depende en parte de pequeños gestos como estos.


A vueltas con la religión y la evolución

Hoy, que todavía estamos en Cuaresma, quiero traer a colación un tema sobre el que ya hemos hablado largo y tendido, pero que ahora cuenta con una nueva confirmación científica: que la religión es inseparable de la evolución. El estudio que recoge una de mis fuentes favoritas y que reproduzco íntegro a continuación no precisa si la religión estudiada es la cristiana, pero tampoco es que haya que ser un lince para darse cuenta de que es la más adaptativa de entre todas, aunque ciertamente todas contribuyen a la mejora del ser humano y las sociedades respectivas en algunos aspectos en comparación con los regímenes ateístas como los que surgen del socialismo, incluido su vástago predilecto: el nazionalsocialismo.



La religión puede haber surgido en el transcurso de la evolución humana debido a su capacidad para ayudar a las personas a ejercer el autocontrol, una habilidad crucial para tener éxito en la vida. 

Un nuevo estudio realizado en la Universidad de Miami por el profesor de psicología Michael McCullough muestra que las personas religiosas tienen mayor autocontrol que sus semejantes menos religiosos. 

Estos resultados implican que personas con hábitos religiosos pueden ser buenas en perseguir y alcanzar metas a largo plazo que son importantes para ellas y para sus grupos religiosos. 

Entre las conclusiones más interesantes a las que el equipo de investigación ha llegado se encuentran las siguientes: 

  • Los rituales religiosos como la oración y la meditación inciden directamente en partes del cerebro humano que son muy importantes para la autorregulación y el autocontrol.
  • Cuando las personas ven sus metas como "sagradas", ponen más energía y esfuerzos en alcanzarlas, y por consiguiente, existen más probabilidades de que consigan su objetivo. 
El estudio de McCullough sobre la religión y el autocontrol contribuye a conocer mejor "cómo la misma fuerza social que motiva a las personas a realizar actos de caridad y generosidad, también puede inducirlas a atarse cinturones-bomba y hacerlos estallar con ellas en un autobús atestado de gente", explica McCullough. 

Viendo la religión como una fuerza social que proporciona a las personas recursos para controlar sus impulsos (incluso, en algunos casos, el impulso de la autopreservación) con el objetivo de alcanzar metas ambiciosas, es obvio que, tal como señala McCullough, puede inducir a las personas a hacer cualquier cosa. Scitech News 

En el fondo, una vez más, la sutil diferencia entre la libertad de hacer y la incapacidad de no hacer contra la adaptativa libertad de hacer y de no hacer.


Las Señoras de los Anillos. (El anillo de la castidad)



T
odo lo que sube, baja. Y viceversa. Quien haya creído que el mundo acabaría pareciéndose a un nirvana islámico se equivoca. Especialmente errados andan los que no han llegado a la cuarentena, para los que la vida es una escalada inacabable en pos de las altas cimas que la imaginación promete, la vida alegre, la utopía del todo es posible, sin fin, para siempre. Demasiados adolescentes eternos han pensado que el mundo se dirigía inexorablemente hacia un paraíso de sexo indiscriminado, buena vida, poco trabajo y menos esfuerzo, auspiciado por papá Estado con los impuestos de los pobres necios currantes, los que piensan a la voz de su amo.

Pero cuando uno ya lleva suficientemente −cronológica y psicológicamente− fuera del útero materno y ha llegado a divisar todo el panorama que queda por detrás y por delante desde la cumbre, se da cuenta de cómo han cambiado las cosas, y más aún, del cambio que viene inevitablemente. No, no estoy hablando de Obama. Hace justo treintaaños éste que les escribe corría en una de las zonas más calientes de España −no, no; tampoco es lo que estáis pensando− perseguido por aquellos grises que, a lomos de sus Sanglas (¿os acordáis del chiste?), transportaban a otro que sentado hacia atrás, disparaba sus pelotas de goma contra todo aquel que asomase la nariz. Yo era muy machote, muy ágil y corría muy rápido, por eso me salvé de lucir una de esas heridas de guerra, pero no era muy consciente de lo que hacía allí; es más, visto desde hoy era un crío necio e idealista con el seso sorbido por fantasías cheguevarianas. Pero había que luchar por La Libertad, así con mayúsculas, de modo que no había demasiado que dudar, estabas con Franco o contra Franco. Ni tus padres te lo impedían.



Supe después que en esas llegó a España lo que llamaban amor libre pero no lo caté −porque en mi pueblo decían que decía el obispo que allí chingar no era un pecado, sino un milagro− y con él aquello de “La virginidad produce cáncer, vacúnate”. Se suponía que la libertad implicaba que una debía abrirse de patas tranquilamente ante el primer salido que pasase a su lado, so pena de excomunión. Por la misma regla de tres a uno le debía dar igual cagar en público cuando le viniese el apretón porque ¡qué era aquella mojigatería de las inhibiciones y el pudor!. ¡Ah, cuanta inteligencia oprimida liberó la democracia!

Hemos pasado de alejarnos como de la peste de cualquier chica que no fuese virgen a ir a Bayona a ver a Marlon Brando El último tango en París (yo no, que era quitito), y de ahí a poner a nuestros hijos delante de un aparato que vomita sexo más o menos explícito y más o menos normal, hasta en los anuncios de gaseosa; y eso por no hablar del antiguo payaso (¿o es ahora cuando realmente lo es?) Emilio Aragón & friends y su repulsiva La Secta, ésa que vamos a salvar todos de la bancarrota con nuestros impuestos. Hoy en día está de moda ser adictos al sexo, anormosexuales, exhibicionistas... y ¡hay de quien no comulgue con el credo que imparten sus obispos!.

¡Cómo se le va a ocurrir a uno ir en contra de la corriente de fondo dominante! Te tacharán de conservador, teocon, meapilas y retrógado si les pillas en un día bueno, de machista, homófobo, ultraderechista o facha si en uno regular, o te silenciarán si les tocas las pelotas. Su poder es tan hegemónico, tan abrumador que llega a asfixiar; imponen su siniestra moral, sus catecismos, biblias y profetas en todos los aspectos de la vida. Estos, los de alma perversa que dijeron luchar por la libertad entonces y ahora no quieren dejar de darse la buena vida, o se sienten tan mal en su pellejo que necesitan dominar a los demás como si fuesen sus perros, se aferran a muerte a su poder. Mientras tanto, los que entonces nos la jugamos (yo poco, todo lo más un par de mamporros) por la libertad, volvemos ahora, con poco pelo, algo de barriga y muchas canas, a volver a provocar a los grises −éstos no de uniforme, pero sí de alma− y desafiar el riesgo de llevarnos un pelotazo en la boca.

Para seguir avanzando todo vuelve, los tiranos de entonces son los oprimidos de ahora, y los oprimidos de antes, los nuevos dictadores. ¿Lo malo? que ahora también nosotros, los que nunca hemos mandado y a pesar de ello hemos defendido la libertad, vivimos bajo su bota, o mejor, bajo su ZaPato. Y si algún día la nueva corriente resulta asfixiante, los que no estemos criando malvas y otros nuevos seguiremos defendiendo la libertad individual, una vez más algunos volverán a aferrarse a su poder... y así hasta la eternidad. Es agotador, pero ¿y si no lo hiciéramos?.

Mientras tanto, disfrutemos con el espectáculo y del artículo: Vuelve la castidad.


Gracias a Lady Godiva por darme la pista del artículo en su blog.





La libertad de los progres... y de los que se creen que no lo son


De todo hay en la Viña del Señor, y las Nuevas Generaciones del Partido Popular (NNGG) no son una excepción. Hace un par de días me decía un familiar que su mujer, izquierdista anticlerical furibunda, es una “facha”. 

Yo le recordaba por enésima vez que el fascismo es una corriente hija del socialismo, como el comunismo, el chavismo bolivariano, el indigenismo evomoraliano y el nacionalsocialismo catalán, y por tanto no debía confundirlo. 

“Totalitaria” o “Liberticida” son expresiones más adecuadas para calificarla. En las NNGG habrá algún que otro “facha”, sin duda, aunque su hábitat natural preferente no haya cambiado en absoluto de lugar, −no es casual que siniestra e izquierda sean sinónimos− pero lo que sí podemos encontrar es un buen puñado de representantes de la progresía desorientada. 

Este ilustre representante de la formación política liberal-conservadora, y liberal convicto y confeso, de tan joven quizá no haya escuchado aquel reiterado: “Una cosa es la libertad y otra el libertinaje”, con que nos reprendían nuestros padres sin lamentablemente explicarnos −porque no lo sabían aunque lo intuían− qué carajo significaba aquello. Lo tomábamos como un simple Castigo Positivo, una reprimenda por alguna opinión o conducta inmoral, o sea, que no tiene en cuenta la existencia del Bien y del Mal. Y si no existen el Bien y el Mal da igual lo que hagamos, porque siempre ganará el más fuerte, por eso los seres humanos, no así los prehumanos socialistas de todo género, respetamos el Bien en la medida de nuestras debilidades y fortalezas, sin negarlo ni relativizarlo. 

Y como quizá este jovenzuelo no lo haya escuchado o, igual que a nosotros entonces tan jóvenes, no le ha gustado nada el CP, responde con tontas exageraciones desvirtuadoras y una retahíla de nombres de personajes célebres, orgulloso −no olvidemos que la vanidad, de “vano”, implica un vacío en el edificio de la personalidad que se intenta infructuosamente tapar con un llamativo parche: el orgullo, la prepotencia, la soberbia, manifestaciones todas de esa vanidad− de sus conocimientos y reforzado por esa animal pertenencia al grupo en el que se siente apoyado. 

Argumentos pocos, y menos aún válidos, pero referencias muchas. Para los propósitos de este espacio cienorgasmológico resulta interesante comentar sus opiniones, porque este buen chaval cree saberlo todo acerca de la libertad cuando en realidad no tiene ni idea. Porque una persona que está convencida de que un coche es simplemente una cosa con la que uno se desplaza no sabe nada acerca de los coches; no tiene en cuenta los innumerables usos del artefacto: refuerzo de la autoestima, libertad de movimiento, disfrute, pereza, deseo sexual, objeto decorativo... que no pueden ser satisfechos con otro medio de locomoción. 

Este vanidoso chaval no tiene ni idea de lo que es la libertad −o lo que es peor, la entiende mal− porque olvida algo fundamental, sin lo cual la libertad no es tal, sino simplemente animalidad propia de un ser humano amoral; eso es el libertinaje. Y por eso asocia las orgías de adolescentes con la libertad y las defiende. 

¿Será que no se come un rosco o que de tan joven le rebosa el semen por las orejas a todas horas? Seguramente; son cosas de la edad. Una edad en la que lo único en lo que no se piensa es en las consecuencias de los actos. Aquí va la lección: la libertad no es sólo −como el caso del coche− libertad de hacer, sino también de no hacer. No existe verdadera libertad si ambas no se dan. 

Ahora puedes seguir leyendo a Kant, Rand, Platón y todo lo que te plazca. Pero deberías también releer la Ilíada y la Odisea, para comprender allí cómo el héroe Ulises vence a la tentación de las bellas sirenas que trataban infructuosamente de secuestrar su libertad de elección y acción.


Entrenamiento para la fidelidad y la libertad









En primer lugar, aunque he preparado este post para ayudar al amigo de nuestra querida Meri, tengo que advertir que este entrenamiento que voy a describir es igual de útil para los hombres que para las mujeres, pues se basa en el principio de la Plasticidad Neural o relativa maleabilidad del Sistema Nervioso a lo largo de toda la vida. Todos lo modificamos, y algunos, incluso, para bien.


El Sistema Nervioso va especializándose en aquello que corresponde a nuestros intereses, esto es algo obvio, pero también se da el efecto inverso, creas un potente imán atractor en tu cerebro. Como dice el refrán: A quien es martillo todo le parecen clavos. Es decir, que si te pasas la adolescencia y juventud —por volver al tema en cuestión— mirando obsesivamente culos y tetas por doquier, tu cerebro, ya de por sí preparado genética y culturalmente para ello, acaba por convertirse en una máquina especializada en detectarlos en el entorno. Es un condicionamiento del tipo Perros de Pavlov, pero aquí en lugar de campana y comida tienes tetas como estímulo y subidón como reflejo. Si encima tienes éxito, además de subidón tendrás ración de sexo, con lo cual estarás más expuesto aún a ser víctima de ti mismo, un adicto al sexo. Porque una vez creada la estructura neural, lo más importante en la vida será buscarlos, mirarlos y obtener la agradable sensación erótica y/o sexual correspondiente. Piensa fríamente ¿pa qué mirar si no vas a rascar? y aplícate el sabio: Agua que no has de beber, déjala correr. No, no te las vas a tirar a todas.

La modificación de ese comportamiento-estructura que te crea problemas debe ir produciéndose poco a poco, pues si pretendes lograrlo a lo bestia, lo más normal es que obtengas un efecto boomerang que te deje donde lo dejaste o peor aún, porque te convencerás de que no vas a ser capaz. Cuando el entrenamiento finalice, te encontrarás con que ves personas, no potenciales objetos de tu satisfacción sexual.

No obstante, ten en cuenta que tampoco conviene tentar a la suerte frecuentando personas que van a degüello a por nosotros, porque nadie es de piedra y hasta el héroe Ulises tuvo que atarse a los mástiles de su nave para no caer cautivo de los cantos de las sirenas; mandó a sus marinero que le atasen para que su libertad de actuación no fuese secuestrada por la irresistible tentación. Así pues, teniendo esto en cuenta, empezamos con la descripción del entrenamiento:



ENCUENTROS EN LA PRIMERA FASE

Empieza por apartar tu mirada y tu atención de las mujeres que vayan acompañadas de un hombre; es más fácil así porque puedes ayudarte pensando que estás ofendiendo, humillando o provocando a un congénere igual de agobiado que tú apartando buitres de su chica; y que con la misma libertad que tú te tomas, otro más guapo, rico o dominante puede hacer lo mismo contigo. El gen altruista.

Es interesante anotar los aciertos y errores, para lo que te ofrezco el espacio para hacer comentarios de este post, así siempre podrás hacer un autoseguimiento de tus progresos. Es como lo de pasarse monedas de un bolsillo a otro, pero más discreto y tecnológico. Puedes también hacer comentarios que te sirvan para reforzar el descondicionamiento y a la vez ayudar a otros con su entrenamiento.

Etapa 1

¿Qué es lo primero que miras en una mujer que pasa cerca de ti? ¿Y lo último? ¿Tetas? ¿Pubis? ¿Ojos? ¿Culo? Lo más normal es que empecemos por la cara y acabemos por el culo, dándonos la vuelta en la calle a mirárselo disimulada o descaradamente. Pues ahí está; en primer lugar evita lo más fácil: mirar el culo de las mujeres acompañadas. ¿Por qué es más fácil? Porque como es lo útlimo que les miras tienes más tiempo para decidir apartar la vista. Puedes mirarlas por delante —sé prudente, por favor— pero no por detrás.

Una advertencia: tu cerebro lo “ve” todo. De modo que aunque estés enfocando la mirada en algo concreto o mirando al frente sin objeto concreto, la periferia de tus pupilas registra todo tu campo visual, y tu cerebro que se ha puesto en alerta protestará si no miras los culos por medio de un impulso que te será difícil de resistir, así que si te ocurre esto, que te ocurrirá, tranquilo, es normal. No mires. Ni aunque intuyas que sea el mejor culo del mundo y te haya mirado rogándote que se lo destroces. No mires.

¿Cuánto tiempo durará esta fase del entrenamiento? Alrededor de un mes aproximadamente (por mi propia experiencia) Ánimo, ya estás más cerca de liberar tu mente.

Etapa 2

Cuando hayas logrado no mirar los culos sin arder de deseos de hacerlo, pasa al pecho. Igual. Tu cerebro lo seguirá “viendo”, y escuchando el dulce canto de la sirena. Pero tú no mires. Tienes un motivo importante aparte de liberarte de esa ansiedad: la felicidad de tu mujer. ¡No mires pase lo que pase, aunque sea Mónica Bellucci! Aunque lleve un escote de infarto, unas transparencias provocadoras o los pezones tiesos como torpedos. Te sentirás bien cada vez que lo consigas. Anótalo en un comentario nuevo con fecha.

Ponte las etapas que consideres en esta primera fase, según sea tu recorrido visual por el cuerpo de las mujeres (normalmente tres etapas). Terminarás la fase seguramente por el primer sitio que acostumbrabas a mirar: el rostro. Aquí hay menos tiempo para interponer el control, pero ya tienes cierta habilidad que te permitirá lograrlo. No lo mires aunque estés completamente seguro de que te mira con ojos golositos. Cuando culmines esta primera fase con éxito, estarás más libre de la pulsión, y tu mente podrá empezar a comprender la importancia de esta liberación y del sentido moral de no mirar a la mujer del prójimo. Ya estás casi hecho un campeón de la fidelidad. Pasa a la siguiente fase cuando hayas conseguido no mirar en absoluto a las mujeres acompañadas. Unos tres-cuatro meses para consolidar el nuevo comportamiento.


ENCUENTROS EN LA SEGUNDA FASE

La segunda fase es igual que la primera, con sus tres o cuatro etapas, pero aquí no existe el freno moral altruista de evitar perjudicar a un congénere para ayudarte como motivador en tu proceso de liberación, porque ahora toca no mirar a las mujeres que van sin hombre, así que tendrás que usar otros: hazlo por tu mujer o por ti mismo. Te aseguro que cuando lo consigas te sentirás mucho mejor, más centrado en tus estudios, en tu trabajo, en el conocimiento, en disfrutar de un paseo y de la vida. Si alguna vez se te va la vista, no te agobies, es relativamente normal, porque esto es un proceso de entrenamiento y ni el Real Madrid gana todos los partidos. Lo que importa es ganar la Liga y la Champions de aquí hasta que la muerte os separe.

Así que usa el espacio de los comentarios también en este caso. En menos de un año te acordarás de donde tienes la pilila cuando vayas a hacer un pis (en serio), al lavarte (porque te la lavas ¿no?) o cuando estés con tu mujer, pero te dejará tranquilo el resto del día. Menuda liberación ¿verdad?

Sé realista, tu nueva estructura-comportamiento no te evitará absolutamente caer en tentaciones. Tendrás que seguir alimentando tu libertad de decisión, pero será muuucho más fácil. Recuerda el aforismo Zen: Es necesaria una gran llama para hacer hervir el agua, pero sólo una pequeña para mantenerlo en ebullición.


Tienes en un comentario un ejemplo de cómo puedes hacerte
el seguimiento de tus progresos.