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Un viaje por las cumbres de la Cieonorgasmología. Orgasmos con piloto automático.

Supongo que muchos de los nuevos lectores, y más de dos de los antiguos, se preguntarán: "Bueno, y después de alcanzar los cien orgasmos por hora, ¿qué nos espera?" El que sigue es un relato metafórico de lo que queda por llegar.




El de ayer fue un día especial, frío pero especial, uno de esos días en los que uno no acaba de sentir una sensación térmica confortable en ningún momento. Pero a pesar de que en la calle la temperatura había bajado de los cero grados y una impoluta capa de nieve cubría cualquier superficie poco vertical, en nuestro sofá de esquina se había creado una especie de cocoon, un agradable microclima que permitía estar con el culo al aire sin temor a resfriarse aunque unos minutos antes hubiera que echarse encima la mantita para no sentir frío estando vestidos.

Ya sabía que la predisposición influye
en la percepción subjetiva, como ocurre con el caso del sabor, pero nunca se me ocurrió pensar que también influyera en la sensación térmica. Y vaya si influye, porque en el momento en que surgió la chispa y voló la ropa, parecía como si nos hubiésemos colado por un agujero de gusano conectado con una soleada playa del hemisferio sur.

Como introducción sonaron tres fragmentos
de un suave concierto oral, de un par de minutos de duración cada uno. Nada espectacular, ninguna preocupación especial por la técnica, sólo disfrutar de la visión, el sabor y la textura de esa región anatómica que de niños llamábamos "Orinoco"; eso sí, fueron seis minutos repartidos en tres orgasmos ininterrumpidos, consecuencia de haber alcanzado un elevado grado de maestría cienorgasmológica.



Pero lo que verdaderamente puede impresionar al lector no es el aperitivo, sino el pantagruélico festín que vino después, quizá el orgasmo más largo experimentado por mi contraria hasta la fecha. Tampoco hubo en este caso un alarde técnico por mi parte, sino movimientos y cambios de ritmo simples al alcance de cualquier -eso sí, desde la insuperble cienorgásana, por supuesto- mortal. Hasta a mí se me hicieron largos y algo aburridos los quince minutos de viaje por las cumbres del placer femenino. Hiciera lo que hiciera ella seguía ahí, en su particular nube, sin bajarse ni un momento hasta que unos espasmos nerviosos la devolvieron al suelo... durante unos breves segundos hasta que llegó el siguiente plato.

Entonces ocurrió algo relativamente sorprendente, no porque no se hubiera experimentado antes, sino porque nunca hasta
ese límite. En mitad del siguiente fragmento, el director tuvo que bajarse del atril porque la calefacción había hecho saltar un diferencial (romántico, ¿eh?), y mientras apagaba el radiador adicional que habíamos inútilmente conectado en previsión, iba hacia la caja de los interruptores eléctricos y volvía -total algo menos de un minuto- a entrar en harina... ¡ella siguió sin perderse una nota! Ella solita, sin moverse, tan relajada como sorprendida, continuó sonando a todo trapo sin ninguna dirección artistica, como si hubiera conectado el piloto automático del orgasmo para suplir mi ausencia.

El concierto culminó entre sinceros aplausos aproximadamente una hora después. minutos más tarde el público se retiró satisfecho, sin alharacas. Al fin y al cabo, cuando uno va a escuchar a una de las grandes orquestas bajo la dirección de un maestro, ya sabe lo que va a vivir.




Advertencia importante: No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post, podría causar serios inconvenientes a tu vida sexual.




Capítulo 10 (y 3) - Ora(l) et Labora. El sexo oral estilo Bruce Lee



En esta bruceleeana tercera parte del capítulo ORA(L) ET LAVORA voy a tararear el fragmento inicial de un concierto oral que pueda serviros como modelo para mejorar vuestro ‘do’ de pecho y favorecer la consiguiente cosecha de aplausos entre vuestro público rendido a vuestro arte. Tened en cuenta que cada una de vuestras interpretaciones será diferente de las demás −y de las de los demás− aunque manteniendo patrones comunes con el resto de tenores y momentos.


Yo no te estoy enseñando nada,
sólo te ayudo a que te conozcas a ti mismo.


Aprovecho para recordar que en los conciertos orales, el dominio de las intensidades y silencios es más importante que en los conciertos pélvicos porque en éstos la penetración pone su granito de arena en aras del orgasmo. Entonces, en las fases de aprendizaje de el lavado de bajos cienorgasmológico es especialmente importante prestar atención a la técnica porque hay menos recursos... aparentemente...


Un combatiente debe alcanzar un buen nivel de capacidad técnica
antes de que pueda aplicar las tácticas con éxito.




...para dejar paso posteriormente a la interpretación libre, en la que simplemente fluyas por su cauce vulvar... acompasándote a las reacciones que cada toque maestro provoca e ella.



Vacía tu mente; se amorfo, moldeable, como el agua.
Si pones agua en una taza se convierte en la taza.
Si pones agua en una botella se convierte en la botella.

Si la pones en una tetera se convierte en la tetera.
El agua puede fluir... o puede golpear. 

Sé agua amigo mío.



Pero eso será más adelante. Ahora toca practicar la técnica rompiendo tus patrones ineficientes, tus esquemas mecánicos automatizados. Y para lograrlo ¡sorprende!, no sigas el esquema habitual boca-cuello-domingas-vientre-entrepierna. El objetivo no es hacerle orgasmos, porque cuando lo es, tu mente se pone en modo medio plazo y se olvida de prestar atención al corto. De hecho no hay objetivos distintos de estar presente en cada instante. Vacíate de ti mismo haciendo de su entrepierna lo único existente en ese momento.


Vacía tu copa para que pueda ser llenada;
quédate sin nada para ganar la totalidad.


Vamos allá, no sin antes recordar que no debes tocar su clítoris hasta que te lo reclame, y que todo este proceso que pongo como ejemplo tendrá una duración de menos de un minuto, el resto es cosa tuya:

- Colócate de forma diferente, como no acostumbras a hacerlo. Toca diferente. Sé consciente. Mete tu cara entre sus muslos y roza suavemente uno de ellos con la comisura de tus labios y tu mejilla en dirección a su entrepierna.
- Inspira mientras lo haces llenándote de su excitante aroma —ella lo notará (ya la tienes) y tú percibirás que lo nota— mientras describes un semicírculo con la cabeza de modo que tu nariz roce sutilmente sus labios mayores.
- Siente. Ya estás atrapando su mente.


Debemos sorprender a nuestro contrario
y aprovechar el momento de su desvalimiento.




- No hagas paradas bruscas que corten el movimiento de tu cara; en lugar de ello, desacelera gradualmente sin parar hasta el siguiente blanco. Pasa ahora tus labios por su vello púbico pero casi sin rozar su piel... mientras espiras acompasando la expulsión del aire por la nariz sobre su vulva con el movimiento de tu cabeza.

Ya no hay tú. Sólo hay ella. Tú eres un instrumento de su orgasmo, no el hacedor. No intentes doblar la cuchara; eso es imposible. En lugar de eso intenta comprender la realidad: Que no hay cuchara. Si lo haces verás que no es la cuchara la que se dobla, sino tú mismo.




La verdad es la relación con el contrario;
constantemente en movimiento, vivo, nunca estático.



- Sigue inspirando en dirección hacia abajo, rozando suavemente con tu nariz y hasta tus cejas una de sus ingles. No se te ocurra hacer lo mismo por el otro lado, olvídate de las simetrías y quédate con el percibir qué hacer en cada momento.



Si sigues los modelos clásicos, estas comprendiendo la rutina, la tradición, las sombras,
pero no estas comprendiéndote a ti mismo.



- Ahora que tus ojos han llegado a la altura de su vulva acaríciala con ellos moviendo la cabeza de un lado a otro. Primero uno, luego el otro pasando por la raíz de la nariz. Sólo una vez, o como máximo dos si cambias el ritmo de la segunda con respecto a la primera. Adapta la respiración al movimiento y verás como ella se adapta enteramente a ti.
- Roza ahora sutilmente la unión de sus dos labios mayores con la nariz desde la raíz a la punta. Para e inspira sonoramente. Cambia de posición tus manos sobre su cuerpo de modo que sienta el contacto consistente, firme pero suave, consciente. Ya tienes su oído, el ritmo, intensidad y tres áreas de su cuerpo acaparando su memoria de trabajo (RAM).



Mezcla y varía tus paradas
de forma que el contrario no pueda fijar un plan de ataque
.




- Toma ahora entre tus labios uno de sus labios mayores como si estuvieses chupando un cono de cremoso helado, pero no lo humedezcas con tu saliva. Dale un par de chupadas.
- Vuelve a restregar −acariciando− tu cara y nariz por su vulva y sus ingles en un movimiento circular acompasando tu respiración. A tu aire.
- Para. Míralo. Tiene un aspecto delicioso y su aroma es simplemente sublime. Sonríe aunque ella no te vea, porque lo siente.
- Toma ahora ambos labios mayores y repite la chupada. ¡Mmmmm! Disfruta.




El entrenamiento no trata con un objeto,
sino con el espíritu humano y con las sensaciones humanas.



Bueno, basta de ñoñerías, ¿no? Cambia de registro.

- Toma uno de sus labios mayores por la parte inferior y dale un buen chupetón estirándolo con cuidado mientras te desplazas hacia su parte media. Suelta. Levanta la cabeza. Mira. Sonríe, pon cara de pillo o de malo. Sopla largamente mientras acercas tu cara otra vez y cuando llegues...
- Encadena tres chupetones con lengua en tres partes diferentes de sus labios mayores e incluso aplica uno de ellos a sus labios menores.
- Saca la lengua y pásala suavemente por la parte interna de uno de sus labios mayores moviendo tu cabeza hasta que la lengua aterrice en la entrada de su vagina.
- Haz un círculo o semicírculo y sube hacia su clítoris, rózalo suavemente y vuelve a bajar hasta la entrada de la vagina.
- Repite una única vez el movimiento anterior un poco más rápido y empieza a acelerar, ya es tiempo de hacerle el primer orgasmo. A estas alturas ya debes haber sentido dónde y cómo atacar, si le apetece un orgasmo global, focalizado en su clítoris, en la vagina, en un labio mayor, menor... más intenso, menos... porque has notado su respuesta a cada uno de tus toques. Eres como Miguel Ángel quitando la piedra que sobraba para dejar ver la figura que había dentro; quita lo que estorba el advenimiento de su orgasmo.



Coordina toda la potencia para atacar su punto débil.



- Llévala al éxtasis convirtiéndoos en uno, vaciando tu mente y abriéndola a sus sensaciones, tu entusiasmo al percibir su acercamiento al orgasmo os enganchará en un círculo virtuoso de retroalimentación hasta que finalmente sobrevenga.







¿Ya sabes Kung-Fu, Neo? Espero que lo hayáis disfrutado. Si tienes alguna duda, aquí estamos para ayudarte. Pero recuerda que yo sólo puedo mostrarte la puerta, eres tú quien debe cruzarla.







.

Capítulo 7 - Atrapar su Mente: Rhythm and Blues

Ahora que llegan los carnavales (de carne), vamos a aprovechar para aprender a dominar el ritmo corporal. ¿Os acordáis del famoso “tete-teteteté, teté-teteteté-tetée” brasileño? Si no lográis recordar el título de la canción como me ocurre a mí y no os hacéis una idea, (me ha costado, pero al fin la he encontrado, es esta canción de Carlinhos Brown)



seguramente os será más fácil recordar el tarareo del himno nacional tan de actualidad últimamente: “Chunda, chunda, tachunda chunda chunda... O más fácilmente aún, el eurovisivo Lalalá de Massiel: “Laa-lalaláa-lalaláa-lalaláa...

Como para un lego musical es difícil transcribir los tempos y los ritmos, las pausas y las intensidades, no me queda más remedio que tirar del mismo código para explicar los ritmos del concierto sexual, así que os pido un poco de imaginación. Voy a utilizar un código con la base del “tam-ta”, en el que:

· El primer movimiento de la serie “tam-ta” siempre es un empuje (tam), el momento de introducir la batuta en el cuerpo de la mujer: meter. El segundo es el de salida (ta): sacar.

· Las mayúsculas significan más intensidad; “tAm” significa entonces que el movimiento es más intenso que si fuera un “tam”. Si es “tAaaam” es que el movimiento empieza muy intenso pero se atenúa hacia el final.

· La repetición de la “a” significa que el movimiento es más largo; así “taaaam”, es más largo que “tam”. Cuantas más “a” existan, más largo es el movimiento.

· La repetición de la “m” significa que una vez llegado al tope pubis-pubis, se mantiene la presión.

· Si el movimiento no lleva “m”, es que es aún más rápido, especialmente rápido. Pero si sólo lleva la “t” es que es como un tiro.

· Si no lleva guión “-” es que el movimiento mete-saca o saca-mete no tiene solución de continuidad, en cuanto llega a un extremo el movimiento, se pasa al movimiento inverso.

· Más guiones significan más pausa “---”, es decir, hay que parar un instante antes de empezar el movimiento opuesto.


Voy a poner algunos ejemplos musicales sobre las series de movimientos que vimos en el Capítulo 6 y que aparecen aquí en cursiva; con ellos ya es posible extrapolar la técnica a otros momentos que le surgen a cada uno. Recordad que manejar los ritmos es esencial para atrapar la mente de la mujer, pues nos permite romper la posibilidad de que ella entre en una dinámica monótona de aserradero raca-raca y se le vaya la olla a la lista de la compra, al chico de la Cocacola Light o empiece a preguntarse por qué demonios no se ha ido ella primero a la cama con la excusa del dolor de cabeza. Ahí van:

· Un par o tres de empujones lentos, intensos, profundos y conscientes más para darle tiempo a que disfrute la sensación... y cuando toque salir (en este ejemplo es al tercer empujón) retrocede sólo un centímetro o menos y vuelve a empujar, describiendo a la vez con tu pelvis un amplio semicírculo de lado a lado que frote pubis contra pubis. (taaamm-taaa-taaamm-taaa-taaamm-t-tammmm) Has visto cómo el retroceder sólo un centímetro se describe con una sola “t”, y como no hay recorrido de empuje, sólo hay una “a” y cuatro “m”.

· Empuja tres o cuatro veces profundo y apretándote contra su pubis en cada final. (taAammMM--taaa-taAammmM-taaa-taAammMM--taaaa-taaAmmmm) Como podéis notar, he intercalado una salida, la tercera, algo diferente de las otras dos, más larga. También hay variaciones en las “m” y “-” de las tres primeras ¿te habías dado cuenta?. Aunque el enunciado diga “tres o cuatro veces así o asá” eso no significa que tengamos que prescindir de introducir matices sutiles si es conveniente, que casi siempre lo es.

Es muy útil llevar el ritmo en la mente, incluso los deportistas de élite de algunas especialidades técnicas se repiten onomatopeyas semejantes mientras elaboran imaginariamente el movimiento que van a ejecutar. Si te dices a ti mismo mentalmente el ritmo, contribuyes además a aislarte de tu propio placer y centrarte en el suyo hasta que llegue el momento en el que consideres que es hora de ir cerrando el chiringuito; o de tener un poco de piedad de ella, que la vas a matar a polvos.