Manual para aprender a masturbarse
Oda a la coherencia del gobierno socialista de España
Pues bien, ni se ha abierto ninguna caja de los truenos ni nada por el estilo. Cierto que en la casi balcanizada España podría haber dado pie a algún loco de atar nacionalista catalán o vasco para liarse la manta a la cabeza, pero la excusa concreta de Moratinos es una falsedad como la copa de un pino.
Y hablando de coherencia, resulta que ayer me apeteció cambiar de marca de tabaco y elegí un Winston Blue como podía haber elegido cualquier otro. Y en uno de esos avisos gubernamentales que alertan de sus peligros, me encontré esta sorpresa:
Una muestra de coherencia impecable: en el desgobierno se preocupan por la salud de los hijos en gestación sin reparar en si son personas, nasciturus, ni si son fetos de 16 ó 697 semanas -¡candorosos ellos!- mientras pretenden que un aborto de madre -incluso si no se puede fumar un Winston por ser menor de edad- pueda ocuparse de preservar la salud de su hijo mandándolo descuartizar sin dar una sola calada a un pitillo. El tabaco puede hacer daño a la salud del bebé, trocearlo no, eso le hace cosquillitas.
Como diría Rockefeller: ¡Toooma coherencia, Moreno!
¿Por qué decimos amor cuando queremos decir sexo?
Hace años me confesaba un ilustre médico jubilado que en las guardias nocturnas de los hospitales a menudo ocurre lo que se descubrió en el interrogatorio de un mono superviviente de un accidente aéreo:
- ¿Que hacían los pilotos, mono? (el mono hace gestos de darle al zasca-zasca)
- ¿Que hacían las azafatas? (el mono hace gestos de disfrutar como un loco)
- ¿Y que hacían los pasajeros? (el mono grita y hace gestos de pánico)
- ¿Y tu que hacías? (el mono pone cara de velocidad y hace gestos
de pilotar el avión)
Tiene cojones, con perdón, el asunto del Doctor Muertes éste y la manipulación que se está haciendo de la opinión de los débiles de mente. ¿Por qué llamamos sedación terminal a lo que en lugar de ser una práctica para eliminar el sufrimiento de los enfermos terminales hasta que llegue naturalmente el momento de su muerte —que es para lo que está concebida esta práctica médica— es pura y simplemente un asesinato con premeditación, nocturnidad, y alevosía? Si un profesional de la medicina, al que se supone conocedor de los instrumentos farmacológicos que maneja, proporciona reiterada y sistemáticamente dosis de sedantes suficientes para matar a una persona, y efectivamente se mueren, es que tiene la intención de matarlas. Como ocurrió con la eutanasia del régimen pagano nazi, quien no reconoce a Dios como ente superior y a la Ley Natural como ley superior tiende indefectiblemente a erigirse a sí mismo en deidad por encima del bien y del mal, a actuar según unos criterios personales esculpidos en sus propias tablas de la ley o las del listo de turno y a imponerlos a la fuerza inquisitorial si se le da un poco o un mucho de poder.
Pero más grave aún sería que el mataviejas Montes se hubiera tomado la libertad de sedar más allá de lo que cada patología requería para ponerse a chingar con las enfermeras tranquilamente, como los pilotos con las azafatas, o para poder dormir a pierna suelta sin los tocapelotas de los enfermos abrasando al personal con sus penas. ¡Que guasa! ¿verdad?. Total, qué importa la vida del jodido viejo decrépito ése si lo que me espera un buen polvo con la nueva yogurina de prácticas o con la pelleja esa a la que no quiere nadie más que para pasar el rato y luego ponerme a roncar a placer. Sobre todo qué importa si el que casca es un vejestorio que para lo único que sirve es para cobrar una pensión que vacía las arcas del estado y hacer a la sanidad gastar dinero inútilmente ¿no? Además seguro que no tiene hijos que le lloren, ni hermanos, ni amigos... ¡Ay, Montes! ya te tocará a ti, no creas que por creerte dios vas a escapar de la vejez.
Esto de la sedación terminal es algo muy similar a lo que ocurre con el polémico asunto del aborto. Se le cambia a una realidad su nombre por otro neutro que no activa en el cerebro ningún tipo de sentimiento desagradable —porque abortar lo mismo vale para interrumpir el lanzamiento de una nave espacial, un plan, o un robo a un banco...— y se puede ejecutar sin juicio previo a un ser humano que aún no ha tenido tiempo de ser culpable de nada, ni siquiera de haber nacido en el seno de una desalmada o una incauta abducida por la secta, con el compasivo método del descuartizamiento. Total, ojos que no ven, corazón que no siente ¿verdad?. Y como no me toca a mí, no pasa nada. ¿A que después de ver la realidad ya uno no se queda tan impasible?
Muchos de los defensores de estos derechos legítimos son seguramente de los hipócritas que odian a los USA por ser la principal potencia mundial, por mantener la pena de muerte y Guantánamo, pero no alaban que allí quien mata a una mujer embarazada es culpable de dos crímenes, porque ni lo saben ni les interesa saberlo. Son los mismos que pretenden que los restos de los niños no nacidos sean considerados desperdicios de clínica y no restos humanos, para poder tirarlos sin cargo de conciencia a la basura o a la trituradora junto a las peladuras de patatas, cáscaras de huevo, servilletas de papel usadas y demás porquerías.
Muchos incautos se amparan en el eufemismo (del griego eu: bueno, bonito; y femi: decir; o sea, decir las cosas de modo que resulten más bonitas de lo que son en realidad) del derecho a la muerte digna cuando en este sonoro caso del Doctor Muertes nadie pidió ni autorizó los asesinatos. Lo mismo ocurre con el derecho de la mujer a decidir sobre su embarazo. Sinceramente, por mí, pueden decidir hacer con su embarazo (que es de ellas) lo que gusten; se pueden pintar la barriga de rojo o de amarillo, teñirse el pelo, hacer deporte, ir al cine o tumbarse a la bartola; pero no con el ser humano que llevan dentro —llámesele nasciturus, bebé, feto, criatura, hijo o como a cada cual le apetezca— que no es suyo sino de sí mismo. ¿Tu pares? Pues decide sobre ti, no sobre lo que vas a parir. ¿Bofetada no y trituradora sí?. Ayayay... qué fácil es descubrir vuestras incoherencias.
¿Vergüenza? ¿discreción? ¿prudencia? Todo lo contrario, creen que con la muletilla amor, el derecho a decidir y la muerte digna, son unos chicos estupendos. Por eso van y lo cascan orgullosamente. Sobresalientes aprendices de Goebbels y su lema: "Si una mentira se repite mil veces, acaba convirtiéndose en verdad".
Al pan, pan; y al vino, vino. Nadie en el mundo hace el amor, sino que folla, chinga o culea. Dejémonos de engañarnos a nosotros mismos y no permitamos que nos engañen como a idiotas, que cada año asesinamos en España a cien mil niños y no se nos parte el alma.
Lo siento, chicos, ya sé que esperabais otro post,
pero es que me ha salido de dentro. Ya se me pasará.
Nota muy posterior, me comenta Horacio Vázquez-Rial que los jubilados holandeses están invadiendo Andalucía, huyendo de su legislación pro-eutanazi.