Mostrando entradas con la etiqueta culo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta culo. Mostrar todas las entradas

¿Importa el tamaño? (Del pene o la pena)

Ya hemos comentado en otras ocasiones que el cerebro tiene un funcionamiento curioso, y que si los medios de comunicación nos dicen que somos los que menos chingamos de Europa nuestra autoestima nacional −si es que queda algo del orgullo de Raza− se resiente. Ni por asomo se nos ocurre pensar que quizá es que tengamos mejores cosas que hacer, por ejemplo salir a tomar una caña (de cerveza, traduzco para los lectores de Hispanoamérica) −unas cañas antes de la crisis− con los amigos; ni que con qué argumento se defiende que sea mejor echar cinco kikis a la semana que dos.



Y si nos dicen a los machos hispanos que un famoso ponrstar tiene un mango de 25 cm. sufrimos un ataque de envidia y depresión. ¿Estamos tontos o qué? ¿Es que más es mejor? Dudo mucho que ningún pornstar del planeta nos llegue a los cienorgasmólogos a los talones. De hecho los que habemos repartidos por el mundo −al menos cinco que sepamos por las estadísticas del Blog más este servidor− sabemos que no, que importa más la calidad que la cantidad, pero aún así el asunto sigue dándonos dolores de cabeza, sobre todo porque las féminas últimamente parecen tan insatisfechas con las prestaciones de sus compañeros de cama que sienten la necesidad de probar a ver qué tal con ese fálico vegetal del hipermercado. 


Total, igual que las toallitas higiénicas para bebés las usamos los mayores para limpiarnos salvas sean las partes después del sano fornicio, podemos comprar tranquilamente un kilo de calabacines porque nadie va a pensar que antes de preparar la sabrosa crema vamos a aprovechar uno para hacer experimentos, sin tener que pasar la vergüenza de entrar en un sexshop ¿verdad? ¿O soy un malpensado?



Las marditas estadísticas

Según las estadísticas, los españoles e hispanoamericanos caucásicos nos movemos de media en una franja que va de los 12 a los 16 centímetros de largo y alrededor de 3.8 cm. de diámetro. Los africanos nos ganan por unos cuatro cm. de largo y 1.2 de diámetro. Dejando aparte aspectos como el mayor grosor de la piel de africanos y mestizos que pueden requerir mayores dimensiones para que ellas se enteren de algo, parece obvio que la naturaleza, una vez más, muestra su sabiduría.

Porque... ¿quién y para qué quiere tener un cacharro descomunal? Hace unos días hemos podido ver a Antonio Lobato, el presentador de la F1 en la TV de España, probar un R24 en el circuito de Magny Cours, uno de los coches con los que Fernando Alonso consiguió sus dos campeonatos del mundo, y el pobre ni se acercó a los tiempos que Magic emplearía haciendo el recorrido marcha atrás. También vemos que algunos de los jinetes de los pepinos más impresionantes de la temporada actual dejan mucho que desear a la hora de sacarle todo el jugo a su aparato. Evidentemente es necesario tener un material mínimamente competitivo, pero igualmente hay que reconocer que lo importante es la calidad del piloto.


Más absurda es la pretensión si tenemos en cuenta que la vagina tiene unas medidas de 8 cm. de longitud por la parte anterior −la más cercana a la vejiga y al abdomen− y de 12 por la posterior, lo cual quiere decir que pasando de 12 cm. lo más probable es que lleguemos a hacer tope en alguna ocasión, como cuando sentimos que la punta está tocando algo por ahí dentro −el cuello del útero− en posturas en las que aproximamos sus muslos a su abdomen. Un servidor −como español de raza de apellido visigodo− es de esos que no superamos los 17,0 X 5,0 y ya sabéis de sobra que no es precisamente que yo tenga problemas para satisfacer a las féminas.


El truco

Como nos recuerdan nuestros hermanos mexicanos en este vídeo, el responsable del orgasmo es el cerebro, así que olvidémonos de comeduras de coco y paremos la mente cuando un pensamiento deprimente de este tipo nos asalte. Y si alguna vez queréis regalar a vuestra mujercita una sensación de plenitud sin artificios vegetales o sintéticos, ahí va el truco: mete junto al churro uno, dos o más dedos con cuidado. Así de sencillo y de barato. Y, Bibi, vale tanto para el culo como para la cula. ¡Y no necesita pilas!




Cuélate por la "puerta de atrás" Introducción al sexo anal (1)

Si alguien pretende correr una maratón sin haberse preparado, podemos pensar sin riesgo de equivocarnos que es un inconsciente, y que desconoce el principio de incremento progresivo de la carga que dicen inventó el buen Milón de Crotona 500 años antes de Cristo; también pensaremos que no va a terminar la carrera, y que se va a lesionar hasta el punto de no poder volver a correr en una buena temporada... si es que le quedan ganas de volver.

Del mismo modo, franquear la puerta de atrás por las bravas puede impedir terminar la carrera, lesionar a nuestra partenaire y dejarnos sin poder volver a intentarlo durante un tiempo exasperantemente largo. A más de uno le habrá pasado ¿verdad?

Hay que tener en cuenta que algunas mujeres tienen una puerta trasera muy fácilmente franqueable, de modo que uno puede colarse hasta el salón sin ningún tipo de preparación. Pero esta variabilidad personal da lugar a confusiones, porque podemos llegar a creer que si una nos permite el paso con facilidad, las demás deberían hacer lo mismo. Y no, claro.

Sólo hay que pensar en uno mismo para percatarse del asunto, y no me refiero sólo a los normosexuales, porque conozco a algún anormosexual cincuentón que en su vida ha permitido que le borrasen el zero debido a las desagradables sensaciones que experimentaba cuando lo intentaban. En mi caso particular, sólo con recordar un supositorio, ya se me revuelven las tripas. Y no niego que la predisposición influya en el gusto como ocurre con la comida, pero tampoco tengo ningún interés en comer gusanos y huevos podridos como hacen por allende nuestras fronteras por mucho que me juren que están deliciosos. No es una cuestión de prejuicios sino de principios, sencillamente no me da la gana, soy un tío-tío y a mucha honra. Prefiero la tortilla española con cebolla (si queréis probar una magnífica, os recomiendo el bocadillo del Juantxo, en la Parte Vieja de San Sebastián. Por cierto, mejor que lo pidáis de “tortilla de patatas”, porque a los provincianos de por allí la palabra España les produce urticaria, salvo si se trata de poner el cazo, claro.)

¿Cuál es entonces el método ideal para franquear la puerta de atrás con éxito? Hechas ya las pertinentes advertencias, podemos pasar a describirlo.


FASE I

  • En primer lugar debemos suscitar una predisposición adecuada con tiempo; quiero decir días, semanas o meses, según vayas viendo progresos. Piensa que si la ciscas por culpa de las prisas generarás una predisposición negativa que te lo pondrá mucho más difícil, así que ten paciencia... quizá incluso llegue ella a pedírtelo antes de que llegues al final del método.
  • Empieza por probar a hacerle caricias por la zona perianal. No te empeñes mucho, sólo para comprobar que le da gustito. Si ves que sí, guárdate el descubrimiento como un secreto para más adelante.
  • Prueba otro día a hacerle cosquillas con la lengua, aprovecha que le haces un concierto oral cienorgasmológico para, dándole la vuelta, pasarle la lengua por la fragante trufita. Y si notas que le gusta, métele la lengua poco a poco. ¿Le gusta? Si ya es cienorgásmica, podrás hacerle un orgasmo en un momento, si no, confórmate con saber que le gusta.
  • Si ya has comprobado que le da gustito que le toques el ojete, aprovecha algún día para tocárselo mientras le haces un orgasmo, enreda con un dedo, pero controla, con suavidad, no vaya a ser que te ciegues y le metas tres dedos, le hagas daño y la jorobes también. Poco a poco.

Cuando ya hayas comprobado que no le molesta, podemos pasar a la siguiente fase.


FASE II

Ahora toca poner a funcionar la diplomacia, llegar a un acuerdo mediante el cual si te comprometes formalmente a no hacerle daño, ella permite que lo intentes. Como seas tan zarpas como “Desatinos” o su amiguete el gorila rojo no te auguro mucho éxito; lo mismo tu mujer te espeta el célebre “¿Por qué no te callas?” en versión sexual: “¿Por que no enculas a tu madre?”


Así que hazlo bien, prométele que te saldrás de su culete si te lo pide, pero consigue a cambio una buena dosis de predisposición positiva y una pequeña dosis de aguante. En el próximo post, el capítulo final.



Introducción al sexo anal. Para no ir de culo


Esto de utilizar el cucú para buscar y proporcionar placer es tan viejo como el mundo, aunque sigue siendo un evidente tabú, algo de lo que se habla muy poco y casi siempre mediante eufemismos dulcificadores, evidenciando precisamente que a una sociedad sana no le gusta hablar de ciertos temas fuera de los ambientes más íntimos, no vaya a ser que de tan normal acaben por oírlo hasta los niños, como ocurre ahora con la anormosexualidad.

Los necios −para variar− acusarán de hipocresía a los que practican el sexo anal pero no sólo no lo divulgan sino todo lo contrario −sobre todo si son americanos o de derechas− como si el hecho de que alguna actividad absolutamente normal como limpiarse el ojete después de jiñar fuera razón suficiente para introducirlo en las conversaciones cotidianas. Como si fuese normal introducir en una charla o una entrevista televisada el relato del último moco kilométrico que nos sacamos, o cómo miramos si el papel higiénico sale limpio después del tercer o cuarto frotamiento antes de pasarnos el moderno papel húmedo. Seguramente muchos de ellos serán de los que a chingar le llaman hacer el amor como si les diese vergüenza reconocer que la parienta se abre de patas chirri al aire y ellos culean como animales hasta que se alivian mientras ella grita como una posesa.

Así que como nosotros pasamos olímpicamente de alinearnos con los necios, hablaremos de lo normal con la madurez que se le supone a la gente madura, sin hipocresía, pero con la discreción y el tacto que una actividad de adultos no apta para menores merece. Y para empezar esta introducción al sexo anal qué mejor que advertir de los riesgos ciertos o potenciales, por ejemplo: ¿tendrá alguna relación el sexo anal con la meteórica divulgación de los diferentes tipos del terrible Virus del Papiloma Humano (VPH)? Si hay por ahí algún ginecólogo que hable ahora y nos lo aclare o que calle para siempre.


Parece evidente que el culo, que pertenece al aparato excretor, no ha sido diseñado por la naturaleza para la reproducción, por lo que las bacterias que viven en el recto no tienen por qué ser las más aecuadas para vivir en el aparato genital o en la boca; de modo que una higiene no escrupulosa quizá pueda regalarnos la agradable sorpresa de vivir toda la vida contagiando a los demás y probablemente morir, o matar a decenas de personas, sobre todo en el mundo menos civilizado: el más influido por el devastador socialismo como es lamentablemente el caso de la cheguevariana hispanoamérica ahora en riesgo de islamización o los países en los que las religiones recesivas son mayoritarias. Porque el VPH no se detecta con las rutinarias citologías y colposcopias de la habitual visita al ginecólogo −eso si existe ese hábito−, el VPH sólo se detecta si se realiza una biopsia del útero cuando el médico detecta o sospecha algo anormal. De modo que podemos, sin saberlo, contagiarlo a decenas o cientos de personas a lo largo de muchos años.

Los que hacen el amor pueden morir tranquilos porque al fin y al cabo habrán muerto por amor, pero para los que tenemos el cerebro en el sitio adecuado y en condiciones al menos un punto más que aceptables para vivir en sociedad, la cosa no puede tener otro significado que morir de vicio o de falta de higiene, o de ambos. En todo caso de irresponsabilidad: la incapacidad de dar respuesta a nuestras obligaciones. Y hablando de obligaciones, la mía es obviamente advertir de los peligro que el sexo anal genera antes de ponernos a hablar de practicarlo.

Y si el VPH ya es peligroso cuando se instala en el aparato genital que es periódicamente revisado en el caso de las mujeres ¿qué no será en el aparato excretor que no es revisado por un médico nunca o casi nunca? El VPH puede infectar el recto y desencadenar un cáncer de cólon sin que haya la más mínima posibilidad de detectarlo lo suficientemente a tiempo −ya se puede ver a simple vista− para ponerle remedio −si es que lo tiene− antes de que nos lleve al cementerio.

Lesión anal por VPH


Ah, para terminar de joder con esta introducción, hay que advertir que el preservativo no protege absolutamente el contagio del VPH, así que como en el caso del SIDA −como repite hasta la saciedad la incomprendida iglesia− un poquito de contención y fidelidad, que no somos meros animales y nuestros actos pueden tener consecuencias desastrosas para nosotros y los demás.