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Capítulo 6 - Atrapa ahora tu propia mente: Técnicas Masculinas de Autocontrol




Sabido es que uno de los principales problemas que tiene el hombre a la hora de prolongar la duración del encuentro sexual —además del periodo refractario del que hablaré en un post futuro— es el “¡Ayayayayayay que me voy!” tras el que suele escucharse el consabido y tópico “¿Yaaaaaaaaa?” femenino.

O el poner cara de circunstancias y soltar algún romanticismo falso por aquello de la necesidad de aprobación. Al fin y al cabo el amor es más importante que un orgasmo ¿no?. Esto en realidad no ayuda en nada al hombre a hacer mejor su trabajo, pues le oculta un feedback imprescindible para la mejora de su desempeño sexual.

Un buen director de orquesta no puede estar pendiente de sí mismo sino de su equipo, pues de lo contrario entrará en una dinámica imparable hasta llegar al paroxismo —al estilo de los jóvenes drogados bailando chundachunda en las discotecas o de los aspirantes a adulto de las ceremonias iniciáticas tribales— que atrapará su mente hasta perder el control y culminar aquello para lo que la naturaleza ha concebido el placer sexual masculino mal que nos pese de vez en cuando: la fecundación.


Pues bien, para evitar estas desagradables situaciones existen varias técnicas desde tiempo inmemorial. Los hindúes y taoístas, por ejemplo —por cuestiones de prolongar el acto y de evitación del embarazo— practican la retención de la orina, que no es otra cosa que contraer fuertemente el suelo pélvico, próstata incluida, durante la meada mientras se hace el ejercicio mental de imaginar que la orina sube de vuelta a la vejiga. Así se desarrolla la capacidad de eyacular para dentro, maniobra que conduce el semen hacia la vejiga urinaria en un primer estadío de entrenamiento y lleva finalmente a la multiorgasmia masculina tras un tiempo variable pero normalmente largo de práctica.

El hombre multiorgásmico ha desarrollado la capacidad de separar el reflejo eyaculatorio del orgasmo y puede alcanzar así, según Mantak Chia en su recomendable —con prudencia, que es muy esotérico— libro “El hombre multiorgásmico”, hasta 16 orgasmos por sesión. Puedo dar fe de que funciona, aunque necesitarás años para desarrollar la habilidad. Yo ya no lo practico porque es un entrenamiento muy tedioso y porque un orgasmo sin eyaculación no deja de ser como irse de vacaciones al Caribe y pillar mal tiempo: una castaña de orgasmo. Y para asegurarse de no cagarla hasta que se ha desarrollado la maestría, conviene aplicar simultáneamente la técnica de bloqueo dactilar para detener el torrente seminal y derivarlo a la vejiga urinaria cuando uno siente que va a entrar en la zona en la que el impulso eyaculatorio es imparable. El bloqueo es una técnica rápida —se aplica justo antes y durante el ¡Ayayayayay!— y cómoda, aunque al principio uno también siente como que el orgasmo ha sido “poca cosa”, o sea, que puede resultar frustrante. Ah, se me olvidaba; si el objetivo del bloqueo dactilar es evitar la fecundación, no conviene soltarlo hasta haberla sacado, por si acaso se escapa algún bichejo.


El bloqueo dactilar


Existen otras técnicas —más occidentales— para evitar un orgasmo masculino prematuro o una clara eyaculación precoz, algunas tienen una dirección desde la mente al cuerpo y otras desde el cuerpo a la mente. Vamos a repasarlas:


TÉCNICAS de la MENTE al CUERPO. Se basan en focalizar voluntariamente la atención en objetos ajenos al propio placer en los momentos en los que se siente que se va a entrar en los alrededores del punto de no retorno. Como todo, funcionan mejor cuanto más se practican.

· Centrar la atención en el placer de la mujer. Tiene el inconveniente de que en ocasiones su orgasmo nos arrastra.

· Centrar la atención en la técnica de atrapamiento de la mente femenina que vamos a realizar. Nos aísla más que el anterior. Para mí, la mejor sin duda, la clave de la Cienorgasmología.

· Centrar la atención en nuestra respiración y cambiar su ritmo y profundidad mientras nos movemos, por ejemplo este ciclo: profunda, profunda, profunda, superficial, superficial, profunda... Las posibilidades de variación son infinitas si variamos no sólo el ciclo inspiración-espiración como un bloque, sino también la relación entre ambas. Personalmente me ha funcionado solamente en ocasiones no muy límite, pero me ha permitido mantenerme justo en el punto de no retorno durante mucho tiempo.

· Imaginarse algún objeto neutro ajeno a la sexualidad: una piedra, un barco, la tabla del ocho... cualquier cosa en la que podamos centrar nuestro pensamiento. Imaginar una piedra era mi técnica favorita en aquellos años locos universitarios.

· Imaginarse algún objeto negativo o desagradable. Es una técnica límite que no recuerdo haber usado más que un par de veces, pero que funciona. En el caso de que haya que quedar como un campeón, puede ser una opción a considerar.


TÉCNICAS del CUERPO a la MENTE. Se basan en provocar un estímulo potente en alguna parte del cuerpo para que la mente se quede atrapada en la sensación. Es algo así como darse un martillazo en el dedo gordo del pie para que se nos pase el dolor de muelas.

· Morderse la lengua o los labios o la parte interna de las mejillas. Extremadamente útil, mi favorita en mis tiempos universitarios combinada con la imaginación de objetos neutros. Al poco tiempo dejé de necesitarla, afortunadamente, porque me dejaba la boca hecha trizas. Lástima que no conocía la Cienorgasmología, me habría evitado mucho ensayo-error.

· Clavarse una uña en otro dedo. La he usado alguna vez, pero pocas, tengo unas manos algo sensibles.


Finalmente, la estrategia que me ha resultado más eficiente de todas, sin lugar a dudas, es evitar el contacto excesivo, incluyendo besos y abrazos, ciñéndonos a los toques que encontraréis en el Manual de Cienorgasmología, y evitando las posturas más excitantes, al menos hasta que se consigue un buen control, que implica aguantar como mínimo media hora (desde que la metes hasta que la sacas, no desde que empiezas hasta que acabas) sin correrte. Y como siempre, olvidarnos de nuestro orgasmo, no desearlo, no buscarlo, sólo buscar el placer de ella. La recompensa es brutal: poder estar dando placer a tu mujer (y obtenerlo gracias a ello) durante horas y horas. 

Si conocéis alguna más, bien sea del primero o del segundo tipo, o tenéis otras experiencias al respecto podemos sumarlas a las que yo os he recopilado.