Primera Regla: El Refuerzo Positivo 2.0 - Aplicación práctica
Primera Regla: El Refuerzo Positivo 1 (Escuela de Padres)
Antiguamente se decía que para moverse por el mundo bastaba con conocer Las Cuatro Reglas: suma, resta, multiplicación y división. En aquellos tiempos una persona podía desenvolverse con ellas en su entorno personal y profesional casi sin límites.
Ha llovido mucho desde entonces, hemos tenido que aprender complejas habilidades como programar un vídeo y manejar el teléfono móvil y el ordenador. Sin embargo, a poco que pensemos honestamente hay algún área en la que los seres humanos en general no podemos afirmar que hemos avanzado sino todo lo contrario. No hay más que ver cómo una panda de subhumanos han engañado a millones de españoles −se supone que miembros del club de los países desarrollados− con cuatro sonrisas y cuatro mentiras: no con la postverdad, sino con la postmentira. Ya advertía de los riesgos de la diabólica Hinteligencia Hemocional la premio Nobel Rita Levi-Montalcini cuando afirmaba: “Vivimos dominados por las emociones, impulsos de bajo nivel, como hace 50.000 años”.
El Castigo Positivo 2. "Decálogo del feliz ex maltratador"
- Puede provocar una respuesta agresiva. Lo normal es provocar una respuesta agresiva, porque la mujer siente amenazada su dignidad personal. Se puede definir a las mujeres que reaccionan así como "dominantes", pero el problema real no son ellas, eres tú: estás aplicando un procedimiento incorrecto, so animal.
- Deterioro de la relación. Si te relacionas en base a castigos, tu cónyuge te asociará con los castigos, estímulos aversivos. Entonces, la relación se deteriorará. Una relación conyugal (y casi todas las demás) debe asociarse con ayudas, con refuerzos, apoyos, alientos, ánimos... no con castigos. Obras son amores.
- No proporciona mucha información. Sirve para eliminar conductas, pero no sirve para generar nuevas porque no proporciona suficiente información. Es como el “mal” escrito en rojo en la corrección de exámenes: no te dice qué debes hacer para mejorar.
- No es específico. Aún cuando tengas un buen timming para aplicarlo contingentemente con la conducta que quieres suprimir, puede asociarse a diferentes conductas, a opiniones, e incluso a la identidad sustento de la autoestima. Por tanto, cuando castigas una conducta inapropiada, también estás castigando otros elementos que sí pueden ser apropiadas.
- Habituación. A base de castigos ligeros (insultos, descalificaciones), tu mujer se acostumbrará hasta el punto de que le dará igual, por lo que de persistir en tu conducta inadecuada cada vez necesitarías castigos más intensos para conseguir tus objetivos, hasta llegar a la agresión.
- SÍ evitar refuerzos. Para evitar enredarte en chácharas vanas o caer en las hábiles trampas lingüísticas o emocionales que acostumbran a tendernos las féminas, puedes pasar olímpica y educadamente de lo que te diga, o aplicar un poco de sentido del humor haciéndote el tonto como si hubieras entendido otra cosa −hacer una gracia con alguna palabra que surge en la discusión es mi favorita; además de cortar por lo sano, suele provocar alguna que otra risa− o el sordo; de esta manera evitas reforzarlo positivamente. Coherente con esta norma es el refrán: “no hay más desprecio que no hacer aprecio”; a nuestra “querida enemiga” ni agua.
- No aplicar CP. Mandar callar de malas maneras a tu mujer, sin consideración a su dignidad de persona que no es ni más ni menos la misma que la tuya. Si no sabes discutir sin que se te hinche la vena, vete a un psiquiatra y pídele algo fuerte para calmarte.
- Sí aplicar CP. “Forzar” hábilmente el contacto sexual aunque no le apetezca si se queja de que tiene dolores menstruales o si está algo enfadada y tú ya eres un experto en Cienorgasmología. Un buen montón de orgasmos son el mejor analgésico y relajante. Casi te aseguro de que te lo agradecerá.
- No aplicar CP. Forzar el contacto sexual cuando ella no se sienta bien de verdad, cuando está agotada, muy enfadada, o lo que busques sea un ejercicio de dominación animal en lugar de calmarle un dolor menstrual o alegrarle un día triste, etc.
- Sí aplicar CP. Dirigir la crítica o reprimenda al elemento concreto que crees que la merece, no a la totalidad de la persona.
- No aplicar CP. No es lo mismo decir “eres tonta” o “no dices más que tonterías” que “eso es una tontería”. Concreta o especifica bien y no dejes a la persona con mal rollo. Unas palabras de comprensión ayudan a que la persona no se sienta agredida en su orgullo. Si le dejas con el mal rollo, además de no tener garantías de que la conducta no se repita, debilitas su autoestima.
- Sí reforzar el autodominio. Razonar significa razonar, no levantar la voz; es mejor dejar la discusión para otro día que enzarzarse en una pelea dialéctica. Tomar un poco de aire si la discusión se encona, mañana las cosas se verán con más desapasionamiento y puede que cada uno haya comprendido por separado sus errores y concluya que el asunto realmente no es tan importante.
- No aplicar CP. Nunca discutir cuando los ánimos están exaltados o delante de los niños.
- Sí aplicar CP. Puedes hacerle rabiar sacando la cola del todo para recuperar el control de su mente.
- No aplicar CP. No debes golpear como un salvaje con tu pilila contra el fondo de su chirri con el mismo objetivo, o entrar sin que esté preparada, porque le harás daño.
1ª Regla: El Refuerzo Positivo
Antiguamente se decía que para andar por el mundo bastaba con conocer Las Cuatro Reglas: suma, resta, multiplicación y división. En aquellos tiempos una persona podía desenvolverse con ellas en su entorno personal y profesional casi sin límites. Ha llovido mucho desde entonces, hemos tenido que aprender complejas habilidades como programar el vídeo (yo aún no sé) y manejar el teléfono móvil y el ordenador. Sin embargo, a poco que pensemos honestamente hay algún área en la que los seres humanos en general no podemos afirmar que hemos avanzado sino todo lo contrario. No hay más que ver cómo una panda de deficientes han engañado a millones de españoles −se supone que miembros del club de los países desarrollados− con cuatro sonrisas y cuatro mentiras. Ya lo advertía la premio Nobel Rita Levi-Montalcini cuando afirmaba: “Vivimos dominados por impulsos de bajo nivel, como hace 50.000 años”.
“La tecnología está empezando a superar a la humanidad” parece que decía el también nobelizado Albert Einstein, pero no porque ésta destruya nuestro intelecto, sino porque seguimos siendo como crías de chimpancé a las que se camela con una golosina embaucados por ideologías diabólicas vestidas con sonrisas de cordero. Es lamentable, sí, porque si podemos enviar naves a Marte, personas a la Luna ¿cómo es posible que la gran mayoría de la sociedad no caiga en la cuenta de que usa a los demás como objetos para su satisfacción, y lo que es peor, que confunda esa conducta con el sacrosanto verbo amar? ¿Por qué tantos problemas con la educación de los hijos? ¿Por qué tanto fracaso escolar? ¿por qué los socialistas, musulmanes, budistas, etc. no se caen del guindo de una vez? ¿No habrá por ahí otras cuatro reglas para no vivir permanentemente frustrados sino satisfechos con nuestra vida? ¿Y en el sexo? ¿Por qué se deteriora con el paso del tiempo algo tan agradable?
Pues sí, amigos lectores, para todas estas incertidumbres existen respuestas. También hay cuatro reglas básicas de la vida, conozcámoslas y ésta mejorará sustancialmente. Nuestra vida sexual también.
1ª Regla - El Refuerzo Positivo (te doy lo que quieres)
El refuerzo positivo de la disponibilidad sexual femenina se logra fácilmente, sólo hay que hacerle muchos orgasmos rápidamente y sin esfuerzo para que nuestra mujer esté favorablemente predispuesta a un encuentro sexual prácticamente siempre, doy fe de ello. Por el lado negativo, la mujer que usa el sexo como chantaje se nos ofrece gustosamente si pasamos por el aro de sus caprichos como Zapatero regala risitas y cheques de 400€ si le votas, aunque tengas que taparte la nariz. La mujer perversa refuerza la conducta que desea que repitamos con una invitación o aceptación del polvete, que ya lo dice el refrán: Tiran más dos tetas que dos carretas.
Reforzar positivamente las relaciones sexuales es esencial si uno desea aprovechar sus beneficios, porque ¿qué pasa si no sabemos reforzarlo o hacemos justo lo contrario? Pues que echar un kiki nos gustaría tanto como recibir una patada al más puro estilo Kung Fu Sion en la entrepierna. Y eso es lo que queremos evitar ¿no?.
Cómo reforzar positivamente la sexualidad
Si refuerzo positivo es “te doy lo que quieres”, se debe evitar la sexualidad monótona y forzada porque su efecto sería tan débil o contraproducente como prometernos un mísero salario por doce horas de trabajo. Es mejor no hacer nada que echar un casquete sin ganas. Como decíamos en el capítulo anterior, nada de usar la cama como entorno único. Nada de esperar al momento de encerrarse en el dormitorio cuando uno ya está derrotado después de toda una jornada de actividad.
Con las lógicas excepciones que impone el decoro y el sentido común, una pareja debería aprovechar cualquier momento en el que el deseo surge espontáneamente y dedicarle aunque sean dos furtivos minutos en el baño, mientras los niños ven la tele. O un dedito de un minuto en la cocina, mientras se prepara la cena. Para ello la mujer debe ser consciente de la importancia que tiene para el varón el éxito de sus manipulaciones. El varón refuerza positivamente su autoconcepto de machote cada vez que regala a su mujer un orgasmo, y más si es en un pispás. Se siente fuerte, seguro, triunfante. Vale que es volver a lo que advierte la Levi-Montalcini, pero si lo hacemos consciente y lo usamos para mejorar la cohesión familiar, a mí me parece perfecto. Sobre todo en un contexto como este en el que vivimos, donde los matrimonios duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Uno de esos efímeros encuentros ejerce el efecto de mantener viva la llama del deseo hasta una ocasión ideal, hace saberse y sentirse a la mujer querida, deseada, y al varón aceptado y valorado.
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