Mostrando entradas con la etiqueta terapeuta sexual. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta terapeuta sexual. Mostrar todas las entradas

¡Pues resulta que el Punto G va y no existe!

No, hombre, no!! No se nos puede hacer una putada semejante!! Toda la vida presumiendo de lo bueno que soy en la cama porque soy único descubriendo el Punto G de mis conquistas y resulta que el jodido no existe!!

Si
lo piensas con algo de detenimiento, el dichoso Punto G
no ha hecho más que justificar inutilidades. 

Capítulo 2 - Atrapar la Mente de tu Mujer: El toque manual



Sé pianista. Aprende a tocar las notas adecuadas.


He estado viendo en la tele al “Encantador de animales”. Es un tipo excepcional del que se puede aprender mucho sobre cómo educar a las personas. Aunque te parezca una burrada esta afirmación, así aprendemos gran parte de lo que sabemos y hacemos. El ser humano se distingue del resto de animales porque es capaz de desarrollar respuestas mucho más complejas a problemas mucho más complejos, intercalando entre estímulo y respuesta su mente, sus conocimientos y experiencias complejos.

Pero en las respuestas simples, como la mayoría de las que se desarrollan en la actividad sexual, no hay necesidad ni tiempo para procesos cerebrales elaborados. Ahí es donde tienes que poner la atención, en generar estímulos que “paren” sus respuestas automáticas como hace César con los chuchos mientras provocan otras nuevas y más eficientes. De paso vas a optimizar también las tuyas, con lo que dominarás tu excitación y tu orgasmo, serás dueño de tu placer y podrás prolongar los encuentros sexuales días enteros.



Atiende entonces. Si cuando estáis echando un polvito dejas el control de la mente de tu mujer en sus manos, repetirá los erróneos esquemas simples aprendidos, entrenados a base de repetición como los perros de Pavlov o los maleducados chuchos que llevan al centro de psicología canina César, se hará dueña de la situación y te llevará ella a ti por donde le interesa, con lo que el círculo vicioso se mantiene y refuerza. No lo hace con intención negativa, por supuesto, simplemente le sale así. Es una reacción. Así que ahora toca instaurarle reacciones más eficientes para generar un círculo virtuoso.

El primer paso para administrar adecuadamente el toque, como ya sabes, consiste en adoptar la posición cienorgásana para ganar movilidad y, sobre todo, evitar que caigas sobre ella. Obviamente, si estás recostado sobre ella no puedes usar tus manos con libertad. Formando ambos un ángulo aproximadamente recto con ella tumbada, tú puedes disponer libremente de ellas para hacer los toques que necesitas con el objeto de dominar su mente y con ello sus ritmos. Lo más normal es que ella quiera que te acuestes sobre ella, le gusta sentir tu peso, pero si cedes, has caído en la trampa; te ha cortado las manos. No cedas. Eres tú, como César con los chuchos, quien domina, que para eso eres el dador de placer y ahora su terapeuta sexual.

Si te dejas dominar ella se masculiniza y pierde posibilidades de obtener orgasmos femeninos, te conviertes en macho sumiso y tu papel pierde fuerza, te descafeínas, te feminizas, y pierdes eficiencia sexual. Ella sigue con sus respuestas condicionadas. Ya llegará el momento de “soltarse” un poco y que todo vaya fluyendo automáticamente; pero por el momento, vamos a cortar sus respuestas condicionadas por aprendizajes previos ineficientes.

Fíjate que César no “coge” a los perros cuando quiere dominarlos, sino que los “muerde” colocando su mano como si sus dedos fuesen colmillos. Es muy inteligente, porque no hace lo que él quiere, sino lo que el perro entiende. Tú quieres acariciar como a ti te proporciona más excitación. Tu mujer espera que la acaricies como a ella le gusta, está condicionada para experimentar respuestas de placer cuando se lo haces así. Pero, atención, el objetivo no es que tú te excites o que ella disfrute de las caricias, sino que tus caricias, tus toques, le lleven por donde tú quieres.

Ya tienes un primer estímulo que atrapará parte de su mente, tu nueva postura cienorgásana; es una novedad, y como tal le sorprenderá. Ahora “toca” diferente. Mira diferente. Aprovecha el momento porque ya hay bastantes novedades y estará sorprendida. Siente cuando tocas, siente lo que ella siente cuando tocas, aprovecha la distracción para hacer un empujón más lento y profundo, o más superficial, o uno que empuje todo su cuerpo con tu pelvis... y luego otro diferente, y otro...

Toca con tu dedo pulgar en las costillas flotantes, mírala, sigue sorprendida, -¿Qué me haces? -pensará. Cambia la penetración, hazla semicircular, por ejemplo; puedes hacerlo estando en vajrasana. Y observa y siente lo que ella está sintiendo. Si notas que vuelve a dispersarse, toca otra vez en otra parte, su cintura, por ejemplo. Y muévete diferente.

Ahora pon, por ejemplo, la palma de tu mano sobre su esternón, entre sus pechos, pero no de cualquier manera, sino sintiendo cada centímetro cuadrado que vas apoyando y la presión que estás generando, mientras te retiras rápidamente hasta dejar sólo la punta de tu cola dentro. Puedes apoyar la otra mano sobre la cama. Espera un instante. Mírala. ¿Te sigue? Bien, estás en la buena dirección. ¿No? Prueba otro toque. Sé natural y auténtico, no teatralices. Si finges, ella lo siente, le resulta desagradable y su mente se engancha en lo negativo.

Imagina que cuando tocas le transmites energía placentera, no seas un robot, espira cuando tocas, acompasa la espiración con el toque y el empuje. Pon intención en cada milímetro de movimiento y mililitro de espiración. Si se dispersa, cambia de movimiento y de toque. Di algo, no charles. Si charlas su mente se pira a la charla. No le preguntes; afirma. Ya sabes lo que puedes decirle, que es tu mujer, pero no te atasques en clichés guarros o ñoños, varía, siente lo que tu toque verbal masculino le produce y si consigues que sienta lo que quieres que sienta.

Cuéntame cómo van tus progresos. En la próxima entrega voy a hacer un listado de toques para que tengas más recursos.