Mostrando entradas con la etiqueta verdad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta verdad. Mostrar todas las entradas

Somos rematadamente bobos

Juzgar es adaptativo; desde bebés aprendemos a juzgar a los demás en función de cómo se relacionan con los demás. 

Sin embargo, de adolescentes a adultos acostumbramos a idealizar el “flechazo” como síntoma inequívoco de la aparición del amor. 

Cierto es que un buen embaucador puede engañar al crítico más afilado, incitándole a bajar sus barreras defensivas y colándose hasta la cocina como elefante en cacharrería −o sea, como el socialismo ha entrado hasta la mismísima constitución de España y amenaza con hacer otro tanto en USA−, pero ya nos vale la tontería, podíamos ser un poco más espabilados, ¿no?. 

No, no seamos tan soberbios para suponer que nosotros no podemos ser engañados, porque cualquiera suficientemente listo puede colarnos la mentira más obvia igual que algunos niños malandrines acusan a sus hermanos de lo que ellos mismos han hecho, sin que nos enteremos del truco.


 

 Millones de españoles se tragaron la píldora socialista, sutilmente adornada con −entre el pan y pan de "el gobierno miente"− un hábil “mañana los españoles tenemos la oportunidad...” que aunque no se refería concretamente a la orientación al voto, sí recordaba −cualquier palabra activa en el cerebro ideas asociadas− lo que se debía hacer mañana

A millones de españoles les dio igual haber escuchado hasta la saciedad la fábula del pastor mentiroso, se tragaron las mentiras como críos, igual que se las habían estado tragando desde su infancia a la madurez, pasando por Mister X.



Ya hemos comentado alguna vez que la más eficiente estrategia de manipulación de las personas se realiza manipulando sus categorías básicas bien/mal, esas de las cuales surge todo lo demás: las ideas, los principios, las conductas. No hace falta más que asociar a uno mismo músicas agradables, imágenes y escenas idílicas, palabras de moda... y hacer lo opuesto con el contrario para conseguir que la presencia de éste suscite todo tipo de sentimientos, afectos y emociones negativas: odio, repugnancia, rechazo... mientras a nosotros nos adoran. 



Desgraciadamente, aquella máxima nacionalsocialista postulada por el Rugalcaba de Hitler el infeliz ministro de la propaganda Goebbels es una verdad neurológica; porque aún cuando la realidad sea la opuesta, repite la mentira mil o dos mil veces −y para ello nada mejor que dar a los amigotes unas cuantas televisiones como La Sexta, Cuatro, Localia, La 1, La 2 y la mayoría de las autonómicas que repitan incesantemente las consignas− y para un gran número de personas acabará convirtiéndose en verdad

Con las relaciones personales ocurre otro tanto; mira que nos advertían nuestros papases que no cogiéramos caramelos a los desconocidos porque con ellos querían engañarnos, ocultarnos la realidad para después secuestrarnos, sacarnos las mantecas o asarnos al estilo Hansel y Gretel cuando ya estuviéramos gorditos. 

Siempre que surge la ocasión digo que si para contratar a un profesional se le exige la presentación del currículum vitae y los documentos que acrediten los méritos que exhibe, para una relación mucho más íntima y comprometida como fundar una familia, tener hijos y compartir lo bueno y lo malo que venga más lo que cada uno aporta, deberíamos no sólo pedirle el CV, sino también el de sus padres y un certificado psicológico. 

Aunque mucho me temo que si fuésemos así de rigurosos, no se casaría ni el tato y la raza humana se extinguiría −a no ser que todos fueseis tan perfectos como yo, claro− inevitablemente. 

Bromas aparte, tenemos que tener muy en cuenta que igual que ningún directivo contrata a un profesional sin saber nada de él −de hecho los headhunters (cazatalentos) tienen casi más en cuenta cómo es el profesional, que su preparación académica y experiencia− tampoco debiéramos nosotros confiarnos al primero que se nos cruza en el camino en cualquier parte, porque cuando se pasa la época de anulación de las áreas de crítica social del cerebro, cuando retorna la capacidad de juzgar, uno se encuentra con la pura realidad desnuda; aunque normalmente para entonces uno ya ha encargado a la cigüeña algún que otro retoño y alguna que otra hipoteca de alto riesgo que le dificultan enmendar el error con pocos daños colaterales, especialmente los niños, en los que no se suele pensar demasiado. 

Quien lo niegue, miente; buscamos lo mejor dentro de nuestras posibilidades, fundamentalmente belleza y dinero, pero ni lo uno ni lo otro son garantías de nada (si es que alguien puede garantizar al cien por cien una relación conyugal), aunque es obvio que menos garantía puede ofrecernos alguien que no tenga ni idea de lo que significa el amor, por lo que −hoy por hoy− el elemento diferenciador, el que determina las posibilidades reales de éxito y fracaso una vez concluida la fase de marketing-caramelo atrapabobos es formarse en las lides del matrimonio previamente, como uno se forma para el trabajo o para manejar un vehículo, antes de meter la pata hasta el corvejón. 

Claro que también puedes dejarlo al azar o probar en alguno de los websites de moda para ligar (Tinder, Badoo, eDarling, Meetic, Facebook Dating...) en la que el que mejor miente se lleva la mejor pieza, o tirar de la primera persona que se te cruce en el camino cuando sea tu momento o sea, normalmente cuando estés más salido que el pico de una mesa o se te esté a punto de pasar el arroz−, aunque revelará a las claras que tú de molestarte por tu futuro acompañante vital y co-progenitor, nada de nada. 

Suerte.


El debate continúa ¿Es posible hacerle cien orgasmos a una mujer?









Traigo aquí el debate entre nuestra amiga Lía y un servidor porque creo que bien merece una portada. Se desarrolló más o menos así:

(Lía) - ¿De verdad que has conseguido que una mujer tenga 100 orgasmos en una hora? ¿Sólo ha sido una, o han sido varias? ¿Cómo sabes que te han dicho la verdad? Puede que te mintiesen. La verdad es que no me lo creo. Será que soy una incrédula, no sé.

(Yo) - Sólo una vez me he puesto a "cronometrarlo", cuando confirmé que esto no era normal, que había desarrollado una habilidad especial (cosas de hombres, como lo de medirse la minga). Pero siempre, especialmente desde hace unos seis años, he tenido dificultades para quitarme de encima a alguna compañera de aprendizaje (entendéis la ironía ¿no?). No, no me han mentido, de hecho cuando he fallado también me lo han dicho, que yo alguna vez también pierdo una carrera. Pero piensa ¿te alivia creer que me hayan podido engañar?

(Lía) - Mira, no creo que tengas razón. Yo también me he informado sobre el sexo ¿crees que no pensé que me pasaba algo cuando no tenía orgasmos simplemente con la penetración? Claro que sí. Todos a nuestro alrededor nos hacen creer que eso es lo normal, y que si no lo consigues así tienes un problema. No es cierto. Conozco a muchas mujeres que tienen orgasmos estimulándose el clítoris, y apenas conozco mujeres que los consiguen con la penetración.

Y cuando nosotras lo vemos como algo normal, cuando dejamos de pensar que somos raras, llegan tíos como tú que nos dicen que estamos "limitadas". Eso no nos hace ningún bien, de verdad. Sé que no hay consenso con respecto a esto, pero me parece ridículo que siempre sean hombres los que intenten que seamos de otra manera, o que nos definan por cómo queremos sentir nuestro propio placer. No soy perfecta, no tengo orgasmos grandiosos, no pierdo el control en ningún momento, pero no soporto que vengan y me digan que lo estoy haciendo mal, porque no sé hacerlo de otra manera. Y dudo mucho que un hombre sea capaz de decirme cómo debo hacerlo, o cómo debo sentir.

Hasta aquí el diálogo


Desde hace un tiempo se viene hablando de una palabreja parecida a casualidad, llamada serendipia, y que implica causalidad, sincronía, destino, desde un punto de vista un tanto esotérico, y como aunque no creo en las meigas, haberlas, haylas, me he encontrado hoy serendípicamente con (haz click) esta curiosidad.


Es poco más o menos lo que vengo diciendo desde el nacimiento de este Blog: el orgasmo femenino es directamente proporcional a su entrega al hombre. (O eso o no ha parado de caer en las zarpas de un puñado de inútiles egoístas o memos.) Pero por lo general, coincidiendo con Zemmour, esto es lo que hay: Menos entrega, menos orgasmos. Menos mujer, menos orgasmos. Más dominante, menos orgasmos... Más entrega, más orgasmos. No cedes el control, menos orgasmos.

Querida Lía, el récord de salto de longitud de Jesse Owens tardó veinticinco años en batirse. Muchos ni lo intentaron. Otros lo intentaron sin éxito hasta que un tal Carl Lewis creyó que podía superarlo y lo consiguió, le siguieron varios y otros muchos se quedaron cerca del récord.

Pues bien, si hay una sola mujer en el planeta que es capaz de tener cien orgasmos/hora, es que es humanamente posible acercarse a esa cifra. Si vas a un psicólogo o a un sexólogo ¿qué te van a decir? ¿que eres anormal y que lo mejor que puedes hacer es pegarte un tiro en la sien?. Un psicólogo te ayudará a moverte sin demasiadas fricciones por la vida, un sexólogo por tu vida sexual. ¿Por qué no te enseña a tener 100 org/h? Porque no sabe. Sin embargo un entrenador o un coach experto en la materia te enseñará lo que te falta por saber para llegar a donde deseas llegar, aunque ello implique que te vayas dando tortas por doquier mientras tanto. Ser campeón no es fácil. ¿O crees que yo he tenido o tengo menos problemas y más fáciles de resolver que tú? Pero sólo lo conseguirás si es lo que tú deseas. ¿O deseas seguir con tu “normalidad”?

Yo no soy un psicólogo ni un sexólogo, aunque mi trabajo está relacionado con aquello; por tanto no intento que te sientas a gusto con tu sexualidad, sino que tengas la que deseas. Soy alguien que ha desarrollado una habilidad especial y quiere compartirla. Tú puedes elegir, como Neo en Matrix. Parafraseando a Morfeo: Si eliges la pastilla roja, fin de la historia, despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si eliges la pastilla azul te quedarás en el mundo real y yo te enseñaré a dónde lleva la madriguera del conejo (sin ironías).

He tenido relaciones sexuales con cerca de un centenar de mujeres; no son muchas para los tiempos que corren, pero sólo me he encontrado con tres (3%) absolutamente anorgásmicas. Un 3% no es normal, por mucho que tú quieras verlo así; lo normal es estar alrededor del 50%.

Lía, en el resto de aspectos de tu vida serás normal o supranormal y probablemente yo podría aprender mucho de ti, seré yo el anormal, pero la sexualidad es mi terreno. Con veinte años ya hacía siete orgasmos de media en una hora. Ahora quince en media hora en un día malo. Uno cada dos minutos. Tampoco es normal. Por eso estamos aquí charlando. Porque yo puedo guiaros a tu marido y a ti para que os acerquéis a la media.