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EL VIRUS DEL PAPILOMA HUMANO (VPH) TIENE VACUNA.

Pues sí, hoy voy a hablaros como enfermera que trabaja actualmente en el campo de la Salud Pública. Nos olvidaremos por un momento de la Cienorgasmología y nos centraremos en algo tan importante y tan actual como el VPH o Virus del Papiloma Humano, enfermedad también conocida como “verrugas genitales”. 

Y este post va para todos, no sólo para las mujeres, sin duda las más interesadas, porque supongo que por aquí habrá lectores con hijas en edad de vacunación con el ya conocido Gardasil, la vacuna contra este virus. Y lo hago avisando de que no todos estaréis de acuerdo conmigo, ni mucho menos. Yo os contaré cosas que sé y vivo en primera persona, lo que penséis o hagáis es cosa vuestra. 

Bien, esto no puede ser más a propósito ¿verdad? No sé hasta qué punto conocen nuestros lectores de qué va el tema, pero básicamente lo que tenéis que saber está aquí, donde tenéis un documento bastante claro y completo de lo que es la vacuna contra el VPH. 



En Asturias se ha empezado a vacunar el pasado mes de Septiembre a todas las niñas de 14 a 26 años, pero ya antes de eso me ha tocado vacunar a chicas mayores de esa edad, incluso me lo he planteado yo, porque me salgo de ese rango por poco, tengo 27. Y eso que el Gardasil aquí no entra por la Seguridad Social… 

Tenía compañeros/as que la recomendaban a todas las mujeres, salvo embarazadas, lo cual tampoco me parecía algo sensato, porque toda vacuna tiene su protocolo y los calendarios vacunales están para algo, no para hacer cada uno lo que le dé la gana… con lo cual lo que hice para salir de dudas fue preguntar a mi ginecóloga habitual acerca de lo que estaba recomendando ella a sus pacientes, si vacunarse o no. Y la respuesta fue un rotundo ¡¡NO!! 

O sea, que entre los propios profesionales hay diferencias de criterio, lo que no me sorprendió tras la lectura del estudio de la Sociedad Española de Ginecología, de donde había deducido que no está claramente demostrado que proteja a las mujeres fuera del rango de edad establecido, que es el de la pubertad-adolescencia, ya que ése es el período en el que las niñas se desarrollan para convertirse físicamente en adultas. Esa etapa es precisamente la que nos hace más susceptibles al VPH, porque es cuando nuestro cuerpo está madurando y se prepara física y hormonalmente para tener hijos, claro, con tres años no pasan estas cosas. 

Por aquello de que tienen más riesgo aquellas que hayan perdido la virginidad antes de los 18 años (por cuestiones puramente físicas, no sexuales, os lo prometo) y aquellas que usen anticonceptivos hormonales, entre otros factores (os sorprendería saber la gran relación que existe entre el VPH y el tabaco) De todas formas, el propósito de este post es que se sepa en alguna parte que ha habido, hay y habrá sectores muy críticos con la vacunación dentro de la propia Salud Pública, por lo menos en Asturias, como Carlos Ponte, conocido en mi ámbito por sus opiniones más que sensatas, o éste otro artículo tan interesante que he encontrado recientemente… pero más que nada porque al parecer no está demostrado que a largo plazo tenga los efectos protectores que sus propagandistas han señalado. 

Lo que sí que está demostrado es que protege de algunos de los tipos de VPH a corto y medio plazo, lo cual es un avance igualmente… 

La vacuna es cara, no entra por la Seguridad Social, y son 3 dosis. Para vacunar a las niñas nuestro querido SESPA (Servicio de Salud del Principado de Asturias) sólo compra el número justo de vacunas, o sea, cada Gardasil va asignado a una niña, y ni una más. 

Y los ginecólogos no dejan de insistir en las medidas de prevención habituales, como el uso del preservativo, y las revisiones con el ginecólogo correspondientes, con una prueba tan sencilla como el Papanicolau, una biopsia vaginal que es fundamental para la prevención y el tratamiento de nuestras enfermedades “íntimas”. 

Casi casi lo consideran más importante que la propia vacuna, porque lo más fácil es que por estar vacunadas las mujeres piensen que se libran de los programas de prevención del cáncer de útero y cérvix y de la mujer adulta en general ¿verdad?. 

¡¡PUES NO!! 

¡Ah! Y por cierto, yo concretamente no me he vacunado porque, según me han explicado que, a mi edad, la relación coste-beneficio de la vacuna no la hace recomendable, mientras que si continúo con los programas de prevención habituales tendré garantizada la prevención de por vida. 

En fin, Mary White y resto de lectoras, espero que este post haya sido de vuestro agrado, aunque quizá no sea exactamente lo que esperabais. Si quedan dudas sin aclarar veremos si a base de comentarios las solucionamos. 

Un saludo a todos.



Introducción al sexo anal. Para no ir de culo


Esto de utilizar el cucú para buscar y proporcionar placer es tan viejo como el mundo, aunque sigue siendo un evidente tabú, algo de lo que se habla muy poco y casi siempre mediante eufemismos dulcificadores, evidenciando precisamente que a una sociedad sana no le gusta hablar de ciertos temas fuera de los ambientes más íntimos, no vaya a ser que de tan normal acaben por oírlo hasta los niños, como ocurre ahora con la anormosexualidad.

Los necios −para variar− acusarán de hipocresía a los que practican el sexo anal pero no sólo no lo divulgan sino todo lo contrario −sobre todo si son americanos o de derechas− como si el hecho de que alguna actividad absolutamente normal como limpiarse el ojete después de jiñar fuera razón suficiente para introducirlo en las conversaciones cotidianas. Como si fuese normal introducir en una charla o una entrevista televisada el relato del último moco kilométrico que nos sacamos, o cómo miramos si el papel higiénico sale limpio después del tercer o cuarto frotamiento antes de pasarnos el moderno papel húmedo. Seguramente muchos de ellos serán de los que a chingar le llaman hacer el amor como si les diese vergüenza reconocer que la parienta se abre de patas chirri al aire y ellos culean como animales hasta que se alivian mientras ella grita como una posesa.

Así que como nosotros pasamos olímpicamente de alinearnos con los necios, hablaremos de lo normal con la madurez que se le supone a la gente madura, sin hipocresía, pero con la discreción y el tacto que una actividad de adultos no apta para menores merece. Y para empezar esta introducción al sexo anal qué mejor que advertir de los riesgos ciertos o potenciales, por ejemplo: ¿tendrá alguna relación el sexo anal con la meteórica divulgación de los diferentes tipos del terrible Virus del Papiloma Humano (VPH)? Si hay por ahí algún ginecólogo que hable ahora y nos lo aclare o que calle para siempre.


Parece evidente que el culo, que pertenece al aparato excretor, no ha sido diseñado por la naturaleza para la reproducción, por lo que las bacterias que viven en el recto no tienen por qué ser las más aecuadas para vivir en el aparato genital o en la boca; de modo que una higiene no escrupulosa quizá pueda regalarnos la agradable sorpresa de vivir toda la vida contagiando a los demás y probablemente morir, o matar a decenas de personas, sobre todo en el mundo menos civilizado: el más influido por el devastador socialismo como es lamentablemente el caso de la cheguevariana hispanoamérica ahora en riesgo de islamización o los países en los que las religiones recesivas son mayoritarias. Porque el VPH no se detecta con las rutinarias citologías y colposcopias de la habitual visita al ginecólogo −eso si existe ese hábito−, el VPH sólo se detecta si se realiza una biopsia del útero cuando el médico detecta o sospecha algo anormal. De modo que podemos, sin saberlo, contagiarlo a decenas o cientos de personas a lo largo de muchos años.

Los que hacen el amor pueden morir tranquilos porque al fin y al cabo habrán muerto por amor, pero para los que tenemos el cerebro en el sitio adecuado y en condiciones al menos un punto más que aceptables para vivir en sociedad, la cosa no puede tener otro significado que morir de vicio o de falta de higiene, o de ambos. En todo caso de irresponsabilidad: la incapacidad de dar respuesta a nuestras obligaciones. Y hablando de obligaciones, la mía es obviamente advertir de los peligro que el sexo anal genera antes de ponernos a hablar de practicarlo.

Y si el VPH ya es peligroso cuando se instala en el aparato genital que es periódicamente revisado en el caso de las mujeres ¿qué no será en el aparato excretor que no es revisado por un médico nunca o casi nunca? El VPH puede infectar el recto y desencadenar un cáncer de cólon sin que haya la más mínima posibilidad de detectarlo lo suficientemente a tiempo −ya se puede ver a simple vista− para ponerle remedio −si es que lo tiene− antes de que nos lleve al cementerio.

Lesión anal por VPH


Ah, para terminar de joder con esta introducción, hay que advertir que el preservativo no protege absolutamente el contagio del VPH, así que como en el caso del SIDA −como repite hasta la saciedad la incomprendida iglesia− un poquito de contención y fidelidad, que no somos meros animales y nuestros actos pueden tener consecuencias desastrosas para nosotros y los demás.




Sábado sabadete, kiki, siesta y diez minutos de orgasmete



Quizá el sábado es el momento ideal para hacerle a la reina de la casa un orgasmo de más de diez minutos, si te dejan los jodíos críos, claro. Si no, tendrás que esperar a que tengan quince años y se larguen con sus amiguetes al cine, o a las vacaciones para mandarles con los abuelos y poder practicar sin molestias varios días seguidos. Ésta última posibilidad es la ideal, porque si fallamos en el intento el primer día podemos volver a intentarlo el siguiente y así sucesivamente hasta que nos salga. Porque si sólo disponemos de un día y no sale, la posibilidad de que el virus del fracaso se nos grabe en el disco duro es bastante alta; así que estad atentos, y tranquilos, que no se hizo Zamora en una hora. Lo conseguís fijo.

Como ya vimos en la introducción a este tema, conviene aprovechar la siesta para aumentar las posibilidades de lograrlo. Empezaremos después de la comida haciéndole una buena tanda de orgasmos, en este caso utilizando especialmente cienorgásana. Digo especialmente porque si te has metido una suculenta paella regada con un par de jarras de tinto de verano helado en un chiringuito de la playa, tendrás la panza como el bueno de Sancho y corres el riesgo de provocarte una hernia de hiato −no es broma, os lo aseguro− si te tumbas sobre la parienta y empiezas a apretar la barriga. Como en cienorgásana el cuerpo está en posición vertical y no presionamos el abdomen, no corremos tanto riesgo de que parte del estómago se nos salga por el hiato esofágico del diafragma. Esta hernia afortunadamente suele tener fácil solución con una sesión de osteopatía −también os lo aseguro, aunque el centro que aparece en el vínculo no lo conozco y para los amigos lectores de otras partes del mundo mundial es como si nada− así que si bien no hay que alarmarse, más vale prevenir que tener la paella dando vueltas en el estómago hasta la hora de la cena y una acidez que os fastidie el plan.



PRIMERA ETAPA
Bueno, vamos al tajo: dale un repaso cienorgasmológico antes de la siesta, déjala exhausta, y tú resérvate si puedes para no perder ni un ápice de interés. El sueñecito a continuación es como estar en las nubes, abrazándola por detrás o despatarrados sobre las sábanas si hace mucho calor. Una maravilla, pero tú no vas a poder desconectar. ¿¿Qué quéee?? Si, hijo, sí; A quien algo quiere, algo le cuesta, y si quieres hacerle un gigaorgasmo de más de diez minutos tendrás que despertarte antes de que ella lo haga. Esto tiene múltiples compensaciones, de ellas hablaremos en otro post, así que merece la pena el sacrificio, aunque te resulte más duro que ponerte un cilicio, ya verás.
Como ya sabemos, cuando ella experimenta muchos orgasmos se queda como drogada, sin tensión arterial ni muscular, anestesiada. Y como lo hacemos después de la comida, la digestión va a contribuir a secuestrar sangre del resto del cuerpo y el cerebro. O sea, que la tenemos a punto de caramelo.

SEGUNDA ETAPA
Déjala dormir, quédate con ella un rato porque se dormirá más a gustito aún, tú relájate pero no desconectes totalmente −o si sabes usar tu despertador interno prográmalo para que te avise una media hora después (esto es facultativo)− porque toca volver al trabajo mientras ella duerme o está justo despertándose.
Este es un trabajo fino, en el que tienes que adaptarte lo más posible a ella, a sus ritmos y movimientos, así que pon todo tu amor y tacto en la obra, porque a estas alturas ella tiene desconectado el Sistema Nervioso Periférico (SNP) y si haces el zarpas frustrarás el plan reconectándolo otra vez. Si está tumbada de lado −la postura ideal para este menester− o boca abajo, actúa desde atrás; si boca arriba desde delante. Toca con cuidado, como si fueras a desactivar una bomba; si tocas cualquier parte del cuerpo ajena a su rajita estás haciendo que conecte su Sistema Nervioso Central (SNC) con esas sensaciones de esas partes del cuerpo, la sacarás del trance y a tomar por saco el experimento.
Toca suavemente su vulva, pero no el clítoris, sino más bien la entrada a la vagina, acariciándola con consistencia (suaveee) e intención, no vaya a pensar que tiene una mosca rondándole por ahí; recuerda que estará saliendo del plácido sueño y no sabrá muy bien qué está pasando. Ahora que todo su SNP duerme, su SNC sigue en stand by, por lo que estás activando únicamente la parte del SNP que inerva el área genital, con lo que su experiencia de la realidad se reduce únicamente a los inputs que le llegan por ahí. ¿Te imaginas lo que puede estar sintiendo? ¡Puff! Ella no está, ni tú, no están sus brazos, ni sus piernas, ni su cuerpo, relajada completamente, desconectada... Y ahí está únicamente su sexo enviando información placentera al cerebro. Alucinante ¿verdad?.
Sigue tocándole como tú sientes que tienes que hacerlo en cada instante, incluso metiendo uno dedo en su agujerito, para estimular la conexión chochete-cerebro; pero no aceleres ni seas brusco en ningún momento o le provocarás el típico orgasmo de pico con su consiguiente caída rápida. No te preocupes de si está teniendo o no orgasmos, recuerda a Bruce Lee. Simplemente sé agua por el cauce que ella te va mostrando.

TERCERA ETAPA
Es el momento de la penetration. Smooth penetration más bien. Trata por todos los medios de que la única parte de tu cuerpo que toque el suyo sea tu cola durante los primeros tres o cuatro minutos. Mójatela bien con saliva para asegurarte de que no haya ninguna tirantez desagradable producto del secado de los flujos del kiki pre-siesta. Penetra y muévete suavecito sin hacer tope con su pelvis. Recuerda: olvídate de su orgasmo y concéntrate en lo que ella te transmite en cada momento. Relájate tú también para aumentar tu sensibilidad a sus señales. Tarde o temprano entrará en un suave orgasmo que continuará durante su ensueño hasta que quieras.


Ah, recuerda que debes advertirle antes de la siesta lo que te propones, porque puede asustarse si siente que no puede moverse mientras el éxtasis le lleva a las puertas de la pérdida de consciencia. Si tras unos minutos de suave orgasmo sientes que está empezando a sentir ansiedad o miedo porque le es imposible bajarse de la nube voluntariamente, tú tranquilo, no pasa absolutamente nada; acelera, profundiza, hazle subir a un pico orgásmico intenso y déjala caer o, según percibas cuál de las dos será mejor estrategia, para. Háblale suavemente dándole confianza, acaricia su cuerpo y prepárate para alucinar con su relato de la experiencia. La primera vez es para recordar toda la vida.


¡¡Advertencia importante!! 

No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post. Podrías sufrir serios inconvenientes en tu vida sexual.

 



El gatillazo masculino

La mente humana tiene un funcionamiento extraordinariamente curioso. Si oímos, por ejemplo, que los alemanes, los franceses y los ingleses chingan más veces por semana que nosotros, así sin más, sin ningún tipo de valoración o ponderación cualitativa, inmediatamente pensamos que tenemos algún problema.

De modo que si empiezo a hablar ahora de la autoconfianza, más de uno empezará a dudar si la suya es sólida o no y se la jorobaré un rato más o menos largo. Nadie tiene permanentemente y en todos los contextos una autoconfianza pétrea, ya lo sabéis y yo os lo aseguro. Recuerdo un multimillonario directivo de empresa transnacional humillado como un bobo ante mis bíceps (ande andarán, ¡snif!) en la piscina mientras que era yo el humillado en su despacho. En los momentos críticos de la vida la autoestima suele irse a tomar vientos también, así que es normal dudar de su solidez a prueba de bombas en toda circunstancia.

Este curioso fenómeno psicolingüístico (o sea: una jodida palabra provoca un jodido estado de ánimo) es algo parecido a lo que ocurre cuando tenemos insomnio: cuanto más intentamos dormir, más difícil se nos hace. Así que voy a hacer malabarismos lingüísticos para que vuestra mente masculina se quede con lo contrario. Para ello, hablaremos de la no autodesconfianza. ¿Vaya lío mental, eh?



El gatillazo ¿preludio de la impotencia?

Dice Traserete y coincide Caramón que “Las causas psicógenas de la impotencia suelen producirse al intentar forzar una respuesta sexual satisfactoria después de una pérdida de erección ocasional producida por factores irrelevantes. Este intento bloquea inmediatamente la percepción de los estímulos erotizantes cuando el paciente se fija únicamente en su erección, con lo cual impide que se produzca.”

En cristiano: ¿Quién no ha pegado un gatillazo alguna vez? Recuerdo en mis veinte años una experiencia terrible, tras una cena con unos amigos una chica de entre ellos se me ofreció y yo, por no hacerle un feo ;-), acepté. Se vino a mi casa a dormir, un pisito de estudiante soltero en la zona de Chueca-Malasaña, la más in de Madrid actualmente. La cosa pintaba genial, tenía un cuerpo impresionante y yo unas ganas brutales de comérmelo todito...

... Pues no hubo manera, ni esa noche, ni la mañana de sábado siguiente, ni en todo el día siguiente ni en toda la noche siguiente. Yo no sabía dónde meterme. No tanto por el sentimiento de impotencia, porque en aquella época tenía la autoestima sólida como un raíl de tren, como por perderme aquel delicioso bocado. Aún hoy no entiendo bien qué me pasó, si influyeron las dos cervezas que me tomé o qué. En ese periodo de estudiante me ocurrió otra vez, pero no lo recuerdo claramente, nunca le he dado demasiada importancia.

Mucho después (mogollón), hace unos cuatro años, un amigo multiorgásmico que sabía que yo era por entonces casi cienorgásmico, me propuso ser el amante madrileño de una íntima amiga suya, una de las Sex-Bomb (no era Yola Berrocal, por supuesto). Le respondí que yo era un respetable empresario y que no me iba a arriesgar a que me persiguieran los paparazzi del difunto Tomate, además de que uno tenía en su baremo femenino cierto mínimo intelectual. Pero como me extrañó que ella le pidiera una cosa así, le pregunté qué ocurría, porque una chica así de mona no debía tener precisamente problemas para encontrar amantes. La respuesta me dejó de piedra: todos los tíos con los que se acostaba pegaban gatillazo. Debía ser por la dichosa autodesconfianza.



Hace unos meses, mientras degustaba la delicia entrepernil de mi ex novia, noté que mi erección se iba al carajo. Ya lo había notado alguna otra vez, pero soy tan goloso que nunca le dediqué al asunto ni dos segundos porque me distraía del delicioso bocado. El caso es que en esta ocasión me dio por pensar que ya no soy un chaval... y que quizá esto algún día fallase y... cuando ella ya estaba harta de tanto orgasmear debió empezar a tener frío, así que me pidió que me pusiera encima de ella y usara la batuta un rato. Pues nada, oye, que tuve que decirme a mí mismo rápidamente: “¿Pero tú estás gilipollas o qué?” Borré de mi memoria RAM la información que me rondaba, le pasé el antivirus al archivo... y a tomar por saco el troyano. Me puse a disfrutar de sus exuberancias y aquello recuperó su vigor sin darme cuenta. Tras completar la faena me olvidé del asunto hasta el día siguiente, para encontrarme con la desagradable sorpresa de que habían quedado restos del troyano en la placa base... ¡pero no en mí, sino en ella!... “Que si ya no te gusto, que si qué te pasa, que si no se qué, que si no sé cuantos...” y aquí mi amiga más mustia que una lechuga de hace un mes. Así que mandé callar a la moza, mi amiga se puso en posición de ataque y le di un cienorgásmico repaso especial de esos que dejan el disco duro limpio como una patena de tanto disfrutar... hasta que me pidió por piedad que parase. Con ello terminé de rematar al maldito bicho. Hasta hoy.


Retomemos las palabras de Traserete ahora para comprender que un gatillazo o una ausencia puntual de deseo puede hacer que la confianza en la propia hombría se debilite. Que surja la autodesconfianza, que no es otra cosa que un malicioso troyano que se instala en tu sistema operativo y se hace con el control de tus soft y hardware. De tus programas mentales y tu cuerpo.




La solución

¿La solución? Como diría Occam, la más sencilla es la mejor. Ponte a pensar en que quieres que tu amiga se ponga dura y conseguirás lo mismo que cuando te empeñas en dormirte. Ni a tiros. Vale, y ¿qué hacer entonces?... Pregúntate: ¿qué me apetece hacer ahora? Y simplemente hazlo, disfrútalo. Haz lo que realmente te apetezca. Si no te funciona el truco a la primera, recuerda que no es cuestión de edad, sino de situación, y pasa de ello como de la pedorra Sex Bomb. No entres al trapo del virus ni por asomo, ponte a rezar sin parar veinte Padrenuestros, a cantar para tus adentros, a recitar la lista de los Reyes Godos o la Tabla Periódica, lo que sea; pero en cuanto detectes que el virus se cuela un instante en tu mente, no luches contra él; eso es inútil. Simplemente pon tu mente en otra cosa cada vez que ocurra, su olor (si huele bien, claro), la textura de su piel, su calor... instantáneamente o tan rápido como puedas.

Si lo dejas que se active más de un par de segundos disparará reacciones hormonales asociadas al miedo y a otras experiencias de fracaso, y esas no se pueden parar tan fácilmente, además de que dejan residuos en tu mente que necesitarás desparasitar concienzudamente más adelante. Para tu mente y concéntrate en su cuerpo, reza o concéntrate en tu respiración hasta que te quedes dormido de puro cansancio. Ah, y si lo que te pasa es que estás cansado y tienes sueño, que también es posible, lo dices, te duermes como un angelote campeón y punto pelota.

Ya sabes, simplemente... detén tus pensamientos inmediatamente y ponte a hacer lo que realmente te apetezca.