Acompasarte con sus sensaciones en el sexo oral

imageYa hemos comentado alguna vez que la postura del misionero permitió un salto evolutivo enorme a la humanidad, porque puso la semilla de la relativa igualdad entre varones y mujeres. Gracias a la denostada postura, la mujer dejó de ser un mero objeto de la satisfacción sexual masculina vuelta de espaldas a cuatro patas como los animales y pasó a transmitir con sus expresiones faciales aquello que sentía, lo que obligó al varón a tenerla en cuenta precisamente por la imposición de la empatía sobre él, de modo que espejeaba sus expresiones de placer, indiferencia, despiste, dolor, desagrado… Las sentía en sí mismo. La Cienorgasmología, también lo hemos dicho ya, supone el siguiente salto evolutivo, pues obliga al varón a autocontrolarse y dedicarse de lleno al placer de su mujer antes que al suyo.

Más allá del animalizante culto a la empatía, sobre el que habría mucho y poco bueno que hablar, hoy vamos a hablar nuevamente de sexo oral cienorgasmológico desde la perspectiva del acompasamiento de los toques orales del varón a las sensaciones que la mujer manifiesta a través de todos sus medios: gemidos, movimientos, y aún más allá, su respiración.

En la última sesión de entrenamiento con una de mis partners actuales cometí un error movido por mi afán de no repetir movimientos linguales o bucales en torno a su vulva y su vagina, como ya sabemos, con la intención de mantener su mente atrapada a mi voluntad.

En una de las series de toques imageorales, apoyé la punta de mi lengua sobre una zona lateral, entre sus labios menores y mayores, con una presión medio-profunda y sin desplazarla demasiado, más o menos en el área delimitada por una elipse en color rojo que muestra la imagen, y como en otras ocasiones, percibí nítidamente que experimentaba un aumento muy notable de la intensidad del placer. Sus gemidos lo delataron. Me demoré un tiempo en la zona para dejarle disfrutar de la experiencia, pero mientras, planeaba la siguiente serie. Cambié de zona y de toque cuando ella dijo:

- Como no sé qué me vas a hacer…

Fue una forma elegante de hacerme ver mi torpeza, porque si hubiese seguido con el mismo toque con una ligera progresión en la velocidad del movimiento habría conseguido otro orgasmo, sin más historias. Pero yo estaba más pendiente de seguir el manual que de sus señales, más de la cantidad de toques que de la calidad de los mismos, y le hice polvo el intensísimo placer que estaba experimentando. Así que, para enmendar el error, después de varias series de toques, volví al lugar de los hechos sabiendo que ella estaría deseándolo, sobre todo porque pasé por las zonas cercanas para suscitar aún más su deseo de aterrizar mi lengua allí, haciéndole que lo deseara inconteniblemente. Vamos, que si llego a volver a apartar mi lengua de allí, lo mismo me sacude.  

El resultado fue un orgasmo estupendo. Pero todavía le quedaban unos cuantos más que experimentar.

 

Pd. No olvides consultar el listado de toques orales para mejorar tu repertorio.


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