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Orgasmos de todos los gustos y colores. Sesión de muestra de lo que puedes conseguir con la Cienorgasmología

Después de menos de un año de entrenamiento, mi partner favorita, Berta, y yo mismo, hemos logrado alcanzar aproximadamente un 85% del nivel máximo que alcancé hace unos años. Me ha costado, pero como os conté en una entrada anterior, mi particular descenso a los infiernos no ya de la mediocridad, sino de la insuficiencia, de la nulidad, me ha obligado a entrenarme muy duro, porque no ha sido partir de cero, sino de menos 50%. Aunque los más viejos asiduos del blog no lo creáis, es rigurosamente cierto. La misma mujer a la que conseguí llevar a la cima de la excelencia sexual en un par de meses me llevó a mí al fondo del abismo en un par de años.
Pero esta particular ciencia de la sexualidad de élite ha vuelto a demostrar su rotunda eficiencia, permitiéndome recuperarme en un tiempo razonable. Ahora empieza lo bueno, y para muestra un botón, el resumen de la última Cienorgasmology Session. Como diría Jacinto Benavente:

Comienza tu obra; comenzar es haber hecho la mitad.
Comienza de nuevo, y la obra quedará terminada.

Soy un adicto a las almejas. Ejemplo de encadenamiento de orgasmos orales

Vascongadas, EspañaRecuerdo que hace unos diez años, un antiguo compañero de trabajo que rondaba la cuarentena, me sorprendió un día con una frase que no podía creer. Me perdonarán la chabacana expresión, pero es literal. Me dijo: “A mí no me gusta comer coños”. Desde ese día lo he pensado muchas veces, y he seguido sin creerme que hubiese gente con tan mal gusto como el pollo aquél. Pero tiene que haber de todo en la Viña de El Señor, un ejemplo de cada una de las posibilidades, quizá en su caso debido a una educación rígida, propia de un padre militar de baja graduación.

Acompasarte con sus sensaciones en el sexo oral

imageYa hemos comentado alguna vez que la postura del misionero permitió un salto evolutivo enorme a la humanidad, porque puso la semilla de la relativa igualdad entre varones y mujeres. Gracias a la denostada postura, la mujer dejó de ser un mero objeto de la satisfacción sexual masculina vuelta de espaldas a cuatro patas como los animales y pasó a transmitir con sus expresiones faciales aquello que sentía, lo que obligó al varón a tenerla en cuenta precisamente por la imposición de la empatía sobre él, de modo que espejeaba sus expresiones de placer, indiferencia, despiste, dolor, desagrado… Las sentía en sí mismo. La Cienorgasmología, también lo hemos dicho ya, supone el siguiente salto evolutivo, pues obliga al varón a autocontrolarse y dedicarse de lleno al placer de su mujer antes que al suyo.

El sexo oral, el preservativo, el cáncer y la promiscuidad

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Hace unas semanas discutía con unos amigos anormosexuales homosexuales y otros normosexuales sobre el empeño del Vaticano en negarse a ponerse del lado de los que defienden el uso del preservativo en África. Uno de los normosexuales se mostró especialmente indignado por tal empecinamiento, porque según su superficial criterio, estaba demostrado que el uso del condón previene el contagio del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) como el VPH, el temible virus del papiloma humano causante de todos y cada uno de los casos de cáncer de cuello de útero.

¡Claro! -argumenté yo-, eso si se usara.



El problema de las ETS en países subdesarrollados no está originado por la ausencia de uso de tal profiláctica medida de prevención, sino en el comportamiento primitivo, animal, de la población masculina, que viola a sus anchas, fornica cuando y con quien le apetece, incluyendo a menores. Y esta es la lacra que pretende eliminar la Iglesia Católica, la peste de la animalidad humana, esa promiscuidad incontrolada responsable única de la difusión de las ETS. Póngase usted a recomendar y regalar a esos salvajes toneladas de condones y obtendrá el mismo resultado que si regalase gafas de bucear a los esquimales, ninguno. Un salvaje incapaz de controlar sus impulsos primarios no piensa en el daño que puede hacer su conducta depravada, y menos va a ser capaz de detener su frenesí criminal para buscar, extraer del envoltorio y ponerse un condón... dando tiempo a su víctima a gritar, defenderse o huir, y él a perder la excitación.



Del mismo modo que el salvaje va diseminando su enfermedad entre sus víctimas o voluntarias compañeras de coito, el occidental supuestamente educado y civilizado -aunque dé muestras de parecerse más al animal humano que a la persona humana- pero promiscuo, es un vehículo en el que viaja y se disemina el destructivo material, hacia los genitales femeninos, aparatos excretores y ahora, tal y como señala este artículo que hace referencia a otro del British Medical Journal, a la cavidad bucal, disparando los casos de cáncer de garganta.


Mientras tanto, políticastros sin moral y multinacionales farmacéuticas seguirán haciendo el agosto, una vez descubierta su estratagema para forzarnos a todos a vacunarnos contra la irrelevante Gripe A, induciendo a las mentes perturbadas por una falsa idea de la libertad a buscar soluciones que no resuelven el problema, vacunas para hombres -una vez fracasada también la estrategia de la vacunación femenina del VPH- que no se dirigen a las causas, sino que buscan únicamente atacar las consecuencias. Algo que para cualquiera que tenga un mínimo de cerebro pensante, no constituye la solución al problema.


Tristemente, tendremos que continuar soportando que una cohorte de irresponsables e imbéciles hagan inteligentes bromas (ja,ja,ja,ja), ajenos a la realidad, con la vida y la muerte de los demás.


 


Casi un tercio de los españoles chinga menos de una vez al mes

En Elconfidencial.com acaban de publicar un interesante artículo -que además cita este otro en el que se anunciaba que los españoles somos los mejores amantes del mundo (¿Será la Cienorgasmología es ya más conocida de lo que alguno supone?)- sobre la baja frecuencia sexual media de las parejas españolas. 

¿A alguien le extraña con la que nos está cayendo y el panorama que nos espera con el inútil de ZP? 

Ya os había contado en este post que también en mi caso había disminuido últimamente, aunque ello no implicara algún tipo de insatisfacción, sino todo lo contrario, un alivio. 

En honor a la verdad he de decir que cometí una imprecisión al escribirlo, porque no di cifras concretas, así que ahora preciso: si bien ya no cienorgasmologueo todos los días varias veces, lo hago unas cuatro veces por semana -que no es moco de pavo, visto lo visto-, por lo que mi mujercita sigue disfrutando de orgasmos discrecionales una o varias veces al día. Alguna vez digitales, otros orales, y otros acariciándole los pececillos.  
Y, aún cuando la pobrecilla no guarda las proporciones clítoris-vagina necesarias para disfrutar, y un servidor es un pobre necio desconocedor del esencial ¡¿Punto U?!, la pobre infeliz tarda cero coma en empezar a orgasmear, lo que me permite no dedicar más tiempo y energías de las imprescindibles para mantenerla más que satisfecha. ¿Me estoy haciendo viejo o vago?. 

Y a propósito de esto de la frecuencia sexual, hace unos días estuve viendo un programa muy interesante del inefable Fernando Sánchez Dragó en el que entrevistaba a un reputado urólogo, que afirmaba que con el famoso Cialis uno podía disponer en cualquier momento de toda su artillería en perfecto estado de revista. 

Muy curioso, porque Cialis, a diferencia de la Viagra, puede consumirse diariamente sin ningún efecto secundario adverso -eso dicen, yo no lo sé- y no sólo media hora antes del casquete, lo que desde el frecuentemente romántico punto de vista de la mujer anula cualquier vestigio de la mínima espontaneidad deseable. Tanto como pararse a ponerse un condón. 

Es evidente que para un impotente -disfunción eréctil se llama ahora- es preferible chingar con horario preestablecido que no hacerlo, así que no nos pongamos puntillosos con la vencida Viagra, no vaya a ser que de tanto escupir al cielo acabe cayéndonos el gargajo encima. Sin embargo no está de más seguir recomendando el mejor método conocido hasta la fecha para satisfacer sexualmente a la mujer y para reforzar positivamente la erección masculina: la Cienorgasmología. 

Porque un hombre en condiciones no implica una mujer disponible. Como hemos repetido en tantas ocasiones, la calidad es preferible a la cantidad, y si el varón es torpe, la mujer estará tentada a cambiarle la Viagra por una inocente Aspirina a ver si hay suerte, el manazas no se entera de la jugada y la deja tranquila una semana más.

Seis orgasmos en una hora. ¿Demasié pa'l body?

Esto es lo que hubiese dicho Fernando Esteso puesto en mi lugar ayer.

La verdad es que no
soy precisamente un gordito ni un enclenque, me pego palizones de seis o siete horas en bici por la Sierra Madrileña acumulando desniveles kilométricos, otras seis -también, hoy va de seises- horas semanales de gimnasio. Y aunque fumo, no bebo más que socialmente y con moderación y me cuido todo lo que puedo,. En fin, que pudiéndome considerar un tipo en buena forma, reconozco que ayer me preocupé, fue la primera vez -que recuerde- que mi body dijo basta; pero no un basta cualquiera, sino en mayúsculas y con signos de admiración: ¡¡BASTA!!

Es lo que tiene la ultraorgasmología en época pre-veraniega, hace calor hasta de noche, y mantener un orgasmo de más de quince minutos se convierte en una heroicidad mayor que correr un maratón en una sauna finlandesa. Los dos primeros fueron orales, pero los siguientes cuatro a lo macho.

Al machote el sudor le chorreaba por todas partes, tanto, que más que la fatiga -mi corazón debía andar por las 130-140 pulsaciones por minuto constantes con algún pico superior- del puro esfuerzo físico, la falta de adaptación al calor recién salidos del invierno pudo con mi resistencia.


Ella hubiera seguido en la cumbre del gozo a pesar de que el vecino de arriba empezaba a dar muestras de que le estábamos jorobando el sueño, pero yo no podía más. Aún recuerdo cláramente cómo los cuatro ríos que de sudor que me corrían por la cabeza amenazaban con inundarme los ojos y la boca desconcentrándome, disminuyendo peligrosamente mi excitación mientras ella parecía -una vez más- que disfrutaba como nunca antes lo había hecho.


No, no fue la falta de fuerza o de resistencia físicas lo que me rindió; la derrotada fue mi mente, mi resistencia mental al sufrimiento, al calor y a la desconcentración. Visto el panorama, esta misma noche voy a poner el ventilador en la habitación.



Por cierto, ayer usamos un lubricante nuevo. Probablemente haya influido en el asunto por sus buenas cualidades, que nos permitieron despreocuparnos del tema. Y como os prometí, en unos días os contaré cómo nos ha ido con él -parece que genial- y lo compararé con los otros dos que hemos usado en el laboratorio de la Cienorgasmología (Editado: Aquí tenéis el análisis). 




Buen fin de semana



Advertencia importante: No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post, podría causar serios inconvenientes a tu vida sexual.




Un viaje por las cumbres de la Cieonorgasmología. Orgasmos con piloto automático.

Supongo que muchos de los nuevos lectores, y más de dos de los antiguos, se preguntarán: "Bueno, y después de alcanzar los cien orgasmos por hora, ¿qué nos espera?" El que sigue es un relato metafórico de lo que queda por llegar.




El de ayer fue un día especial, frío pero especial, uno de esos días en los que uno no acaba de sentir una sensación térmica confortable en ningún momento. Pero a pesar de que en la calle la temperatura había bajado de los cero grados y una impoluta capa de nieve cubría cualquier superficie poco vertical, en nuestro sofá de esquina se había creado una especie de cocoon, un agradable microclima que permitía estar con el culo al aire sin temor a resfriarse aunque unos minutos antes hubiera que echarse encima la mantita para no sentir frío estando vestidos.

Ya sabía que la predisposición influye
en la percepción subjetiva, como ocurre con el caso del sabor, pero nunca se me ocurrió pensar que también influyera en la sensación térmica. Y vaya si influye, porque en el momento en que surgió la chispa y voló la ropa, parecía como si nos hubiésemos colado por un agujero de gusano conectado con una soleada playa del hemisferio sur.

Como introducción sonaron tres fragmentos
de un suave concierto oral, de un par de minutos de duración cada uno. Nada espectacular, ninguna preocupación especial por la técnica, sólo disfrutar de la visión, el sabor y la textura de esa región anatómica que de niños llamábamos "Orinoco"; eso sí, fueron seis minutos repartidos en tres orgasmos ininterrumpidos, consecuencia de haber alcanzado un elevado grado de maestría cienorgasmológica.



Pero lo que verdaderamente puede impresionar al lector no es el aperitivo, sino el pantagruélico festín que vino después, quizá el orgasmo más largo experimentado por mi contraria hasta la fecha. Tampoco hubo en este caso un alarde técnico por mi parte, sino movimientos y cambios de ritmo simples al alcance de cualquier -eso sí, desde la insuperble cienorgásana, por supuesto- mortal. Hasta a mí se me hicieron largos y algo aburridos los quince minutos de viaje por las cumbres del placer femenino. Hiciera lo que hiciera ella seguía ahí, en su particular nube, sin bajarse ni un momento hasta que unos espasmos nerviosos la devolvieron al suelo... durante unos breves segundos hasta que llegó el siguiente plato.

Entonces ocurrió algo relativamente sorprendente, no porque no se hubiera experimentado antes, sino porque nunca hasta
ese límite. En mitad del siguiente fragmento, el director tuvo que bajarse del atril porque la calefacción había hecho saltar un diferencial (romántico, ¿eh?), y mientras apagaba el radiador adicional que habíamos inútilmente conectado en previsión, iba hacia la caja de los interruptores eléctricos y volvía -total algo menos de un minuto- a entrar en harina... ¡ella siguió sin perderse una nota! Ella solita, sin moverse, tan relajada como sorprendida, continuó sonando a todo trapo sin ninguna dirección artistica, como si hubiera conectado el piloto automático del orgasmo para suplir mi ausencia.

El concierto culminó entre sinceros aplausos aproximadamente una hora después. minutos más tarde el público se retiró satisfecho, sin alharacas. Al fin y al cabo, cuando uno va a escuchar a una de las grandes orquestas bajo la dirección de un maestro, ya sabe lo que va a vivir.




Advertencia importante: No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post, podría causar serios inconvenientes a tu vida sexual.




Enfriando motores: llega el invierno al hemisferio norte. (La libido a tormar por saco)

En el hemisferio norte vamos de cabeza hacia el invierno, y el jodío ha empezado frío, frío, con nevadas récord en el Tíbet y... en los dormitorios. Mientras en la tierra de nuestros contentos hermanos sudamericanos se dirigen a toda prisa hacia el acaloramiento global estival, nosotros nos encaminamos con la misma premura hacia la glaciación nuestra de cada invierno.



El panorama es desalentador, el descenso de radiación solar sobre la tierra apaga nuestro estado de ánimo despiadadamente −¿será una treta de nuestro inefable ministro-loca Sebastián para eso de ahorrar energía vital?−, reduciendo la producción de las catecolaminas, responsables de los estados placenteros, y provocando cansancio, pereza, tristeza, apatía... Atrás quedaron para nuestra desgracia los ardores estivales, los cuerpos apenas ocultos bajo tacaños retales de telas luminosas; adiós a la sensualidad, la alegría de vivir, las vacaciones, el ocio, el deporte, la sexualidad a flor de piel, la alegría de vivir que nos procura un mísero rayo de sol.

Estamos ya inmersos en la época de las consabidas proposiciones antilujuriosas femeninas: “acuéstate tú antes para calentar la cama”, sus pies gélidos pegados a nosotros noche tras noche en busca de calor, el poco valorado riesgo de asfixia bajo el edredón cuando uno se anima hacerle a la parienta un examen oral para estimular su rendimiento, la pelea con las sábanas para intentar mantenerse abrigados por ellas hasta que la actividad sexual nos hace entrar en un precario calor... entristecedor, vamos.



Es inevitable; con la ayuda inestimable de la crisis económica, el entorno nos afecta querámoslo o no. Pero aún siendo inexorable, ello no es razón para tirar la toalla y dejarnos arrastrar por la apatía, el desánimo, la depresión, sin lucha. Piensa en la carrera de F1 de ayer, por ejemplo, en la que se decidía quién sería el nuevo campeón del mundo. Segundos antes del fatal desenlace, es probable que estuvieras dando botes de alegría en el salón de tu casa, abrazando a tu familia todos gritando como posesos, generando ingentes cantidades de esas dichosas catecolaminas... para inmediatamente quedaros todos paralizados frente al televisor con la boca abierta chorreando un largo ¡Oooooooooh!.

Seguramente ese estallido inicial de good vibrations haya evitado que nos sintiésemos aún peor por la metedura de pata de un Timo Glock dormido que puso en bandeja la victoria final del odioso Hamilton −que ganó por chiripa− frente a Felipe Massa. Y eso que los españoles estamos más que satisfechos porque Fernando Alonso habría ganado el campeonato incontestablemente si hubiese dispuesto de un monoplaza decente desde el principio de temporada; también porque ahora no se enfrentará ventajosamente a un niñato humillado, sino a un rival de la talla de un campeón del mundo en toda regla, prometiéndonos disfrutar de una venganza servida bien fría la próxima temporada.

La pugna entre la inundación de catecolaminas inicial y la posterior contrainundación del neuroesteroide THP o alopregnanolona, podría ser lo que probablemente nos dejó fríos, estupefactos, pasmados, sorprendidos, sin el previsible sentimiento de gran frustración, depresión o rabia que hubiese sido normal en este caso. ¿No os ocurrió algo parecido?

No quiero dar la impresión de que son las hormonas, los neurotransmisores, los desencadenantes de estos desagradables síndromes postvacacionales como el hiperefímero que nos provocó Felipe Massa, porque podría incitar a alguien a buscar sustitutos químicos para enjugar el llanto, y olvidarse de que las hormonas son consecuencia, no causa, de algo que nos ocurre. Vamos pues, a meterle mano al asunto y recopilar estrategias para compensar en la medida de lo posible estos males estacionales que sufrimos. 

Pero eso será en el próximo post, porque el asunto es denso.




Capítulo 10 (y 3) - Ora(l) et Labora. El sexo oral estilo Bruce Lee



En esta bruceleeana tercera parte del capítulo ORA(L) ET LAVORA voy a tararear el fragmento inicial de un concierto oral que pueda serviros como modelo para mejorar vuestro ‘do’ de pecho y favorecer la consiguiente cosecha de aplausos entre vuestro público rendido a vuestro arte. Tened en cuenta que cada una de vuestras interpretaciones será diferente de las demás −y de las de los demás− aunque manteniendo patrones comunes con el resto de tenores y momentos.


Yo no te estoy enseñando nada,
sólo te ayudo a que te conozcas a ti mismo.


Aprovecho para recordar que en los conciertos orales, el dominio de las intensidades y silencios es más importante que en los conciertos pélvicos porque en éstos la penetración pone su granito de arena en aras del orgasmo. Entonces, en las fases de aprendizaje de el lavado de bajos cienorgasmológico es especialmente importante prestar atención a la técnica porque hay menos recursos... aparentemente...


Un combatiente debe alcanzar un buen nivel de capacidad técnica
antes de que pueda aplicar las tácticas con éxito.




...para dejar paso posteriormente a la interpretación libre, en la que simplemente fluyas por su cauce vulvar... acompasándote a las reacciones que cada toque maestro provoca e ella.



Vacía tu mente; se amorfo, moldeable, como el agua.
Si pones agua en una taza se convierte en la taza.
Si pones agua en una botella se convierte en la botella.

Si la pones en una tetera se convierte en la tetera.
El agua puede fluir... o puede golpear. 

Sé agua amigo mío.



Pero eso será más adelante. Ahora toca practicar la técnica rompiendo tus patrones ineficientes, tus esquemas mecánicos automatizados. Y para lograrlo ¡sorprende!, no sigas el esquema habitual boca-cuello-domingas-vientre-entrepierna. El objetivo no es hacerle orgasmos, porque cuando lo es, tu mente se pone en modo medio plazo y se olvida de prestar atención al corto. De hecho no hay objetivos distintos de estar presente en cada instante. Vacíate de ti mismo haciendo de su entrepierna lo único existente en ese momento.


Vacía tu copa para que pueda ser llenada;
quédate sin nada para ganar la totalidad.


Vamos allá, no sin antes recordar que no debes tocar su clítoris hasta que te lo reclame, y que todo este proceso que pongo como ejemplo tendrá una duración de menos de un minuto, el resto es cosa tuya:

- Colócate de forma diferente, como no acostumbras a hacerlo. Toca diferente. Sé consciente. Mete tu cara entre sus muslos y roza suavemente uno de ellos con la comisura de tus labios y tu mejilla en dirección a su entrepierna.
- Inspira mientras lo haces llenándote de su excitante aroma —ella lo notará (ya la tienes) y tú percibirás que lo nota— mientras describes un semicírculo con la cabeza de modo que tu nariz roce sutilmente sus labios mayores.
- Siente. Ya estás atrapando su mente.


Debemos sorprender a nuestro contrario
y aprovechar el momento de su desvalimiento.




- No hagas paradas bruscas que corten el movimiento de tu cara; en lugar de ello, desacelera gradualmente sin parar hasta el siguiente blanco. Pasa ahora tus labios por su vello púbico pero casi sin rozar su piel... mientras espiras acompasando la expulsión del aire por la nariz sobre su vulva con el movimiento de tu cabeza.

Ya no hay tú. Sólo hay ella. Tú eres un instrumento de su orgasmo, no el hacedor. No intentes doblar la cuchara; eso es imposible. En lugar de eso intenta comprender la realidad: Que no hay cuchara. Si lo haces verás que no es la cuchara la que se dobla, sino tú mismo.




La verdad es la relación con el contrario;
constantemente en movimiento, vivo, nunca estático.



- Sigue inspirando en dirección hacia abajo, rozando suavemente con tu nariz y hasta tus cejas una de sus ingles. No se te ocurra hacer lo mismo por el otro lado, olvídate de las simetrías y quédate con el percibir qué hacer en cada momento.



Si sigues los modelos clásicos, estas comprendiendo la rutina, la tradición, las sombras,
pero no estas comprendiéndote a ti mismo.



- Ahora que tus ojos han llegado a la altura de su vulva acaríciala con ellos moviendo la cabeza de un lado a otro. Primero uno, luego el otro pasando por la raíz de la nariz. Sólo una vez, o como máximo dos si cambias el ritmo de la segunda con respecto a la primera. Adapta la respiración al movimiento y verás como ella se adapta enteramente a ti.
- Roza ahora sutilmente la unión de sus dos labios mayores con la nariz desde la raíz a la punta. Para e inspira sonoramente. Cambia de posición tus manos sobre su cuerpo de modo que sienta el contacto consistente, firme pero suave, consciente. Ya tienes su oído, el ritmo, intensidad y tres áreas de su cuerpo acaparando su memoria de trabajo (RAM).



Mezcla y varía tus paradas
de forma que el contrario no pueda fijar un plan de ataque
.




- Toma ahora entre tus labios uno de sus labios mayores como si estuvieses chupando un cono de cremoso helado, pero no lo humedezcas con tu saliva. Dale un par de chupadas.
- Vuelve a restregar −acariciando− tu cara y nariz por su vulva y sus ingles en un movimiento circular acompasando tu respiración. A tu aire.
- Para. Míralo. Tiene un aspecto delicioso y su aroma es simplemente sublime. Sonríe aunque ella no te vea, porque lo siente.
- Toma ahora ambos labios mayores y repite la chupada. ¡Mmmmm! Disfruta.




El entrenamiento no trata con un objeto,
sino con el espíritu humano y con las sensaciones humanas.



Bueno, basta de ñoñerías, ¿no? Cambia de registro.

- Toma uno de sus labios mayores por la parte inferior y dale un buen chupetón estirándolo con cuidado mientras te desplazas hacia su parte media. Suelta. Levanta la cabeza. Mira. Sonríe, pon cara de pillo o de malo. Sopla largamente mientras acercas tu cara otra vez y cuando llegues...
- Encadena tres chupetones con lengua en tres partes diferentes de sus labios mayores e incluso aplica uno de ellos a sus labios menores.
- Saca la lengua y pásala suavemente por la parte interna de uno de sus labios mayores moviendo tu cabeza hasta que la lengua aterrice en la entrada de su vagina.
- Haz un círculo o semicírculo y sube hacia su clítoris, rózalo suavemente y vuelve a bajar hasta la entrada de la vagina.
- Repite una única vez el movimiento anterior un poco más rápido y empieza a acelerar, ya es tiempo de hacerle el primer orgasmo. A estas alturas ya debes haber sentido dónde y cómo atacar, si le apetece un orgasmo global, focalizado en su clítoris, en la vagina, en un labio mayor, menor... más intenso, menos... porque has notado su respuesta a cada uno de tus toques. Eres como Miguel Ángel quitando la piedra que sobraba para dejar ver la figura que había dentro; quita lo que estorba el advenimiento de su orgasmo.



Coordina toda la potencia para atacar su punto débil.



- Llévala al éxtasis convirtiéndoos en uno, vaciando tu mente y abriéndola a sus sensaciones, tu entusiasmo al percibir su acercamiento al orgasmo os enganchará en un círculo virtuoso de retroalimentación hasta que finalmente sobrevenga.







¿Ya sabes Kung-Fu, Neo? Espero que lo hayáis disfrutado. Si tienes alguna duda, aquí estamos para ayudarte. Pero recuerda que yo sólo puedo mostrarte la puerta, eres tú quien debe cruzarla.







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Capítulo 10 (y 2) - Ora(l) et Labora: Los Toques Orales en el sexo femenino


En esta segunda entrega del Sexo Oral Cienorgasmológico vamos a hacer una recopilación de los toques orales más eficientes de cara a proporcional la máxima satisfacción a la mujer. Empezaré por volver a recordar que hay que olvidarse de la lengua no porque no deba usarse, sino porque abusar de ella limita la aplicación de otros toques más eficientes. Recuerda también que en todos los toques orales hay que poner intención en lugar de hacerlos mecánicamente: o lo haces con firme consistencia mental del propósito que buscas o le harás cosquillas, le dará la risa y a ti se te bajará la moral y la pilila. También hay otros asuntos que tener en cuenta de capítulos anteriores y que conviene repasar: aquí y aquí.

Una advertencia esencial: ten en cuenta que normalmente a las mujeres les molesta que les toquen el clítoris directamente cuando aún no están muy excitadas. Esto no es una regla general, pues depende de que ya hayas o no conseguido atrapar su mente a voluntad y de que seas o no capaz de aplicar una firme intención en lo que vas a hacer; es decir, que si lo tocas prematuramente por torpeza, la cagaste Burt Lancaster, como dicen los Hombres G (lo siento, no he encontrado el vídeo de la canción); pero si lo haces con la intención concreta de atrapar su mente y con la técnica adecuada, conseguirás rendirla a tu dirección artística.

Que ella escuche tus ronroneos o el sonido húmedo de tu lengua por sus abajos contribuirá a atrapar su mente más eficazmente porque estás produciendo la activación de dos áreas: sensitiva y auditiva. Tampoco hace falta que te pongas a dar un concierto ¿eh? Todo en su justa medida.
Puede ser recomendable empezar por las ingles, incluso por los muslos antes de llegar a ellas para ir cogiendo temperatura, pero cuando consigas dominar la técnica podrás empezar por donde consideres en cada ocasión, en función del momento, la excitación, etc., incluso directamente sobre el clítoris y con una presión fuerte.


TOQUES EN LA VULVA: Se aplican a toda el área genital femenina, fundamentalmente a la parte más externa: los labios mayores.

- El hipopótamo: Se trata de abarcar toda la vulva con la boca. Es un buen toque para empezar porque evitas tocar el clítoris directamente, pero sirve para cualquier momento. Mueve sus gitanales con tu boca como si estuvieses amasando o comiéndote una gran bola de helado blandito, cambia de posiciones.
- El tiburón: Es como el hipopótamo, pero con dientes ;-) No sé si a todas las mujeres les gusta, pero a algunas sí. Que muerdas (¿Te advierto que con control o ya lo has supuesto, Einstein?) cambiando de lugar, transversalmente, longitudinalmente; también en la zona base del clítoris (cogiendo mucho cacho carne, no se te ocurra morderle la pepitilla o te atizará un guantazo) incluso la zona donde se asienta el vello púbico. Puede gustarle mucho, sobre todo si los ánimos anticipan un kiki “fuerte”, de los de macho posesivo y mujer poseída.
- La brisa: Consiste en soplar suavemente. Es una técnica muy útil para los intermedios entre toque y toque o para kikis sensibles (de esos que algunas se empeñan en asimilar al amor). Especialmente útil para refrigerar sin enfriar o para incrementar su sensibilidad. Vale para los labios menores y vagina.
- Pepe Pótamo: Consiste en aplicar hiposoplidos huracanados, fríos (poniendo la boca como para silbar) o cálidos (con la boca abierta, como echándole el aliento). Muy útiles para calentar, para incrementar su sensibilidad a los contrastes y para enfriar, especialmente en verano, cuando tiene la almeja a la marinera de tanto metesaca, o cuando de repente un día pillas el truco a la Cienorgasmología y le metes 100 goles sin casi sacarla mientras ella no da crédito a lo que está pasando. En casos extremos un poco de agua fresca, una lata fría de cocacola (ponerle la lata, no echarle encima la cocacola, animal) o un abanico tampoco vienen mal ;-) Vale también para los labios menores y vagina.
- El ñoño: Consiste en dar suaves besos por toda la zona. Pon intención, o pensará que eres un adolescente primerizo y blandengue agradecido por sus favores y que tu libro favorito es El Principito. Es decir, proyecta “energía mental” activamente, no la absorbas a lo vampiro.
- El zalamero: Aplicar la lengua como si estuvieras dando lenguetadas a una gran piruleta, por donde percibas que tienes que hacerlo.
- El mamón: Lo conseguiremos atrapando con tus labios cualquier parte de o toda la vulva y succionando como si mamáramos. Igual que en el caso del ñoño, ten en cuenta que como se te ocurra volver a la infancia te perderá el respeto para siempre ;-)
- La pedorreta: No te rías, no, jejeje, que va en serio. Se trata de hacerle pedorretas con la boca rozando levemente su piel para hacerle unas agradables cosquillas. Es muy importante mirarla con seguridad al hacerlo (si la postura te lo permite), o creerá que estás haciendo el ganso y se te escapará su mente, incluso puedes levantar la cabeza para ver si su respuesta es la que buscas o la has pifiado. También pueden hacerse más bestias si la ocasión lo permite, por ejemplo si hay risas y tal y cual.
- El jeta: frota toda tu cara contra toda la zona, nariz incluida. Ten cuidado si tienes la barba de tres días dura como un cepillo de alambre o le harás un doloroso peeling que le dejará el territorio escocido un par de días.


TOQUES EN LA VAGINA (Puedes separarle o no los labios mayores)

- El oso hormiguero: Consiste en introducir la lengua en la vagina como hace el plantígrado, pero en lugar de buscar hormigas, tú busca el fondo. No vas a conseguir nada por tener la lengua más larga, lo que está sintiendo la mujer es todo tu morro apretándole la vagina y la vulva, así que mueve la lengua con intención, pero mueve los hocicos también como un cerdo hozando en busca de una trufa.
- El alfarero: Ve metiendo progresivamente la lengua en su agujerito haciendo círculos como si fueses un alfarero haciendo la boca de un vaso de arcilla, o como si fuese tragada por un remolino, desde afuera hacia adentro. La velocidad e intensidad dependen del momento que quieras crear. Puedes ir de fuera adentro y de dentro afuera, pero como siempre, no maquinalmente.
- El puñetero: Pásale largamente la lengua por un lado de la entrada a la vagina, ella pensará que el siguiente lenguetazo irá al mismo sitio, así que haz una pausa y cambia de lado.


TOQUES EN EL CLÍTORIS

- El golosón: aplica toda la lengua, no la punta, a los lados del clítoris, a un lado y al otro, a la raíz y a la parte opuesta. No siempre del mismo lado, no repitas mecánicamente.
- El pornstar o clásico: Ya lo sabes, sacas la lengua y le das caña por donde quieras hacerlo.
- El finolis: Si eres de los exquisitos que sólo quieren lo mejor, descubre el clítoris apartando su prepucio con dos dedos y pásale la lengua suavemente. Si no está muy excitada, a ella le dará un calambre y ella a ti otro guantazo. También puedes aplicar aquí La Brisa.
- El pez grande o pezón: Trátalo como si fuese un pezón, chúpalo como si estuvieses mamando de la teta. Le puedes hacer un orgasmazo increíble sólo con ésta técnica, pero que no sea el primero.
- El desdentao: Muérdelo suavemente protegiendo tus dientes con los labios.

La mayoría de estos toques se pueden combinar con toques digitales libres particularmente introduciendo uno o dos dedos en su vagina para estimular el punto G (no tiene nada que ver con los Hombres G, ¿eh?), que no es otra cosa que parte de la rama que inerva la sínfisis del pubis procedente del mismo nervio (nervio pudendo) que inerva el clítoris (nervio clitorídeo) en la pared anterior de la vagina (¡Tanto misterio y tanta leche, hombre!).

Con este exhaustivo pero no absoluto repertorio podrás hacer maravillas; combina los toques como te parezca que debes hacerlo en cada momento, las intensidades, las pausas, los ritmos... Y en el próximo capítulo veremos ejemplos concretos de conciertos orales.




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